10 razones por las cuales los adolescentes estadounidenses están más ansiosos que nunca

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The New York Times recientemente publicó un artículo titulado, "¿Por qué hay más adolescentes estadounidenses que nunca que sufren de ansiedad severa?" El autor relató la batalla de varios adolescentes con ansiedad en el transcurso de unos años.

El artículo cuestionó por qué estamos viendo un aumento en la ansiedad entre los jóvenes de hoy. Como psicoterapeuta, profesora universitaria y autora de 13 Things Mentally Strong Parents Do not Do , estoy de acuerdo en que la ansiedad es un problema generalizado entre los adolescentes. Es la razón más común por la que personas de todas las edades ingresan a la oficina de mi terapia.

Algunos jóvenes superan a los perfeccionistas con un miedo paralizante al fracaso. Otros se preocupan tanto por lo que sus compañeros piensan de ellos que no pueden funcionar.

Algunos han soportado circunstancias difíciles a lo largo de sus vidas jóvenes. Pero otros tienen familias estables, padres que los apoyan y muchos recursos.

Sospecho que el aumento de la ansiedad refleja varios cambios sociales y cambios culturales que hemos visto en las últimas dos décadas. Aquí están las 10 razones principales:

1. La electrónica ofrece un escape insalubre.

El acceso constante a dispositivos digitales permite a los niños escapar de emociones incómodas como el aburrimiento, la soledad o la tristeza sumergiéndose en juegos cuando están en el automóvil o conversando en las redes sociales cuando son enviados a sus habitaciones.

Y ahora estamos viendo lo que sucede cuando una generación entera ha pasado su niñez evitando la incomodidad. Sus componentes electrónicos reemplazaron las oportunidades de desarrollar fortaleza mental, y no obtuvieron las habilidades de afrontamiento que necesitan para manejar los desafíos cotidianos.

2. La felicidad está de moda.

La felicidad se enfatiza tanto en nuestra cultura que algunos padres piensan que es su trabajo hacer felices a sus hijos todo el tiempo. Cuando un niño está triste, sus padres lo animan. O cuando está enojada, la calman.

Los niños crecen creyendo que si no se sienten felices durante todo el día, algo debe estar mal. Eso crea mucha agitación interna. No entienden que a veces es normal y saludable sentirse triste, frustrado, culpable, decepcionado y enojado.

3. Los padres están dando elogios poco realistas.

Decir cosas como "Eres el corredor más rápido del equipo" o "Eres el chico más inteligente de tu grado" no aumenta la autoestima. En cambio, ejerce presión sobre los niños para que cumplan con esas etiquetas. Eso puede llevar a un miedo paralizante de fracaso o rechazo.

4. Los padres se ven atrapados en la carrera de ratas.

Muchos padres se han convertido en asistentes personales de sus hijos adolescentes. Trabajan duro para asegurar que sus adolescentes puedan competir: contratan tutores y entrenadores deportivos privados y pagan costosos cursos de preparación para el SAT. Hacen su trabajo para ayudar a sus adolescentes a crear transcripciones que impresionarán a una escuela superior. Y envían el mensaje de que su adolescente debe sobresalir en todo para conseguir un lugar codiciado en dicha universidad.

5. Los niños no están aprendiendo habilidades emocionales.

Hacemos hincapié en la preparación académica y ponemos poco esfuerzo en enseñar a los niños las habilidades emocionales que necesitan para tener éxito. De hecho, una encuesta nacional de estudiantes universitarios de primer año reveló que el 60 por ciento no está emocionalmente preparado para la vida universitaria.

Saber cómo administrar su tiempo, combatir el estrés y cuidar sus sentimientos son componentes clave para vivir una buena vida. Sin habilidades sanas de afrontamiento, no es de extrañar que los adolescentes se sientan ansiosos por las molestias cotidianas.

6. Los padres se ven a sí mismos como protectores en lugar de guías.

En algún momento, muchos padres empezaron a creer que su papel es ayudar a que los niños crezcan con la menor cantidad posible de cicatrices emocionales y físicas. Se volvieron tan sobreprotectores que sus hijos nunca practicaron lidiar con los desafíos solos. En consecuencia, estos niños han crecido hasta creer que son demasiado frágiles para enfrentar las realidades de la vida.

7. Los adultos no saben para ayudar a los niños a enfrentar sus miedos de la manera correcta.

En un extremo del espectro, encontrarás padres que presionan demasiado a sus hijos. Obligan a sus hijos a hacer cosas que los aterrorizan. En el otro extremo, encontrarás padres que no presionan a los niños para nada. Permiten que sus hijos opten por cualquier cosa que les provoque ansiedad.

La exposición es la mejor manera de vencer el miedo, pero solo cuando se hace de forma incremental. Sin práctica, pequeños empujones y orientación, los niños nunca ganan la confianza de que pueden enfrentar sus miedos de frente.

8. Los padres están criando por culpa y miedo.

La crianza de los hijos despierta emociones incómodas, como la culpa y el miedo. Pero en lugar de dejarse sentir esas emociones, muchos padres están cambiando sus hábitos de crianza. Así que no dejan a sus hijos fuera de su vista porque les provoca ansiedad, o se sienten tan culpables al decir que no a sus hijos que se dan por vencidos y ceden. En consecuencia, les enseñan a sus hijos que las emociones incómodas son intolerables.

9. A los niños no se les da suficiente tiempo libre para jugar.

Si bien los deportes y clubes organizados desempeñan un papel importante en la vida de los niños, los adultos hacen y hacen cumplir las reglas. El juego no estructurado enseña habilidades vitales para los niños, como la forma de manejar los desacuerdos sin un arbitraje de adultos. Y el juego solitario les enseña a los niños a estar solos con sus pensamientos y cómodos en su propia piel.

10. Las jerarquías familiares están fuera de control.

Aunque los niños dan la impresión de que les gustaría estar a cargo, en el fondo saben que no son capaces de tomar buenas decisiones. Quieren que sus padres sean líderes, incluso cuando hay disensión en los rangos. Y cuando la jerarquía se confunde -o incluso se pone boca abajo- su ansiedad se dispara.

Cómo abordar la epidemia de ansiedad

Creamos un ambiente que fomenta la ansiedad en los jóvenes, en lugar de la resiliencia. Y aunque no podemos evitar todos los trastornos de ansiedad, definitivamente hay un componente genético, podemos hacer un mejor trabajo para ayudar a los niños a desarrollar el músculo mental que necesitan para mantenerse sanos.

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