10,000 niños pequeños de 2 a 3 años de edad toman medicamentos estimulantes para el TDAH

¿Qué tan loco es drogar bebés?

Fue impactante descubrir que el 20% de los adolescentes son etiquetados con TDAH y el 10% con medicamentos estimulantes; que el 11 por ciento de todos los niños de 4 a 18 años obtienen el diagnóstico de TDAH y el 6% de los medicamentos; que las recetas de estimulantes y las ganancias de las compañías farmacéuticas se están disparando en todo el mundo; y que las pautas para el TDAH fomentan el diagnóstico y el inicio de los medicamentos en niños de hasta cuatro años.

Luego empeoró: un grupo aventurero de psicólogos infantiles vaqueros inventó una categoría de diagnóstico nueva y no probada (con el ridículo nombre 'Tempo cognitivo lento') que sería un objetivo maravilloso para el uso de estimulantes adicionales inapropiados.

También es especialmente escandaloso que muchos de los líderes del pensamiento que promueven el uso excesivo de estimulantes tengan vínculos tan estrechos con las compañías farmacéuticas. El honor muere donde yace el conflicto de intereses.

Pero las últimas noticias encabezan todo en valor de shock crudo. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades han estimado que 10.000 niños pequeños de entre 2 y 3 años de edad reciben medicamentos estimulantes por conductas mal etiquetadas como TDAH. Esto queda fuera de las pautas ya excesivamente inclusivas que comienzan a los niños a la temprana edad de 4 años.

Tratar a los bebés con estimulantes no se basa en ninguna investigación, es imprudente y no tiene en cuenta los posibles efectos nocivos a largo plazo del baño de cerebros de bebés con potentes fármacos neurotransmisores.

Mucha gente pensó que estaba siendo excesivamente optimista cuando recientemente predije que la moda del TDAH finalmente había alcanzado su punto máximo y que regresaríamos gradualmente a niveles más apropiados de diagnóstico (quizás el 3 por ciento anterior en lugar del 11 por ciento actual).

Mi predicción optimista no se basó en la ingenuidad sobre la avaricia de las compañías farmacéuticas o el descuido de los médicos. Mis esperanzas descansaban en la posibilidad de que hubiera una reacción violenta de protestas parentales y profesionales a medida que se volvía cada vez más claro cuán absurdamente usado en exceso es el diagnóstico de TDAH y la medicación estimulante.

El informe de los CDC alimentará esa indignación y ayudará a estimular una reacción negativa, pero ¿a qué precio para los bebés?