Adicto a la sonrisa

Todos hemos escuchado estas perogrulladas: "simplemente ponte cara de felicidad" o "pon el ceño boca abajo". ¿Puede el simple acto de sonreír realmente hacernos sentir mejor? ¿Podríamos volvernos adictos a la sonrisa? La respuesta puede tener todo que ver con la evolución de los huesos faciales frontales y el popular neurotransmisor dopamina. Nuestra cara está formada por una variedad de huesos bastante delgados que se hacen algo frágiles debido a la presencia de grandes bolsas de aire llamadas senos. Los músculos que se unen a estos huesos se contraen cuando estamos felices o cuando queremos reírnos. La expresión facial resultante se reconoce universalmente como una sonrisa e indica nuestro estado emocional positivo. A veces, las personas presentan sonrisas falsas; estos también pueden ser universalmente reconocidos como falsificados.

Todos podemos decir la diferencia entre una sonrisa real y una falsa. Cuando vemos a alguien mostrando una sonrisa falsa, sabemos que carecen de sinceridad en lo que sus rostros intentan convencernos sobre sus verdaderas emociones subyacentes. Pero, ¿cómo logra el cerebro ambos tipos de sonrisas usando los mismos músculos faciales? Todo depende de qué parte del cerebro inicia la sonrisa. Si las neuronas de dopamina del cerebro inician la sonrisa, entonces la sonrisa se ve sincera. Si la corteza motora del cerebro inicia la sonrisa, es decir, si conscientemente estamos dispuestos a sonreír, entonces se activa un conjunto ligeramente diferente de músculos faciales. Puede ser difícil describir con precisión cómo difieren las sonrisas reales y falsas, pero todos somos muy capaces de reconocer la diferencia. Pero ¿obligarse a sonreír produce los mismos tipos de buenos sentimientos que una sonrisa real?

Hasta ahora sabes que activar el lanzamiento de la dopamina química que te hace sentir bien te brinda placer. De hecho, cualquier cosa que induce la liberación de dopamina en el cerebro es tan placentera que con frecuencia nos volvemos adictos a la experiencia. Por ejemplo, la cocaína y el café liberan dopamina en el cerebro. La liberación de dopamina en la mitad frontal de nuestro cerebro va acompañada de una sonrisa real, una expresión que inició y orquestó. Es conveniente que la misma sustancia química en nuestro cerebro que nos permite sentir placer también organice una representación facial de nuestro placer para quienes nos rodean. Pero, ¿se puede revertir este proceso? ¿Qué hay de poner esa cara feliz? ¿Puede el simple acto de sonreír traer placer? Sí.

Cuando sonreímos, falsos o reales, las contracciones de los músculos faciales distorsionan levemente la forma de los delgados huesos faciales. Esta ligera distorsión en su forma conduce a un aumento del flujo sanguíneo hacia los lóbulos frontales del cerebro y aumenta la liberación de dopamina (Iwase et al., 2002, Neuroimage 17: 758). Como resultado, caminar todo el día con una sonrisa en la cara sesgará su estado de ánimo para ser más feliz. No solo serás más feliz sino que tu sonrisa podría inducir espontáneamente a la liberación de dopamina en el cerebro de otra persona, ahora eso demuestra verdaderamente el poder de una sonrisa.

© Gary L. Wenk, Ph.D. Autor de Your Brain on Food (Oxford, 2010)