Ansiedad y evitación escolar

Cómo apoyar a los niños que caen en un patrón de rechazo escolar.

Como psicólogo clínico que brinda psicoterapia a preadolescentes y adolescentes, así como evaluaciones de custodia judicial para familias en conflicto, me he dado cuenta de un problema engañosamente frecuente pero poco discutido: los estudiantes que caen en un patrón de rechazo o evitando la escuela

Lo que sigue es una plantilla de plan de tratamiento básico, comúnmente propongo para tales situaciones de crisis.

Paso 1: Determine la función o “fuente” de la escuela para evitar la ansiedad.

La evaluación del “por qué” es un primer paso crítico. Por ejemplo, cuando un estudiante deja de asistir a la escuela, hay muchas causas posibles (a veces múltiples). ¿Tal vez el alumno ha desarrollado un miedo intenso a ser avergonzado o percibido negativamente por los profesores / compañeros, o teme ser deslumbrado por un ataque de pánico en el momento más inoportuno? La ansiedad por el rendimiento en el aula o la ansiedad por la intimidación en los pasillos son algunas de las muchas fuentes adicionales de estrés que pueden derivar en un problema de rechazo o rechazo escolar.

Esta tarea de solicitar al alumno una explicación clara y precisa para evitar la ansiedad en la escuela es más fácil decirlo que hacerlo. Si el padre (s), maestro (s) o un miembro del personal de brecha mental (por ejemplo, consejero o psicólogo escolar) no puede solicitar esta información clínica clave, entonces se debe obtener un terapeuta individual o familiar para llevar a cabo una elaborada evaluación.

Paso 2: Diseñe un plan personalizado de intervenciones cognitivas y conductuales

El patrón ansioso-evitativo de un alumno está impulsado por contenido cognitivo, fisiológico y conductual.

Los patrones de pensamientos inadaptados como el catastrofismo (por ejemplo, “Voy a fallar la prueba hoy”) y la lectura de la mente (por ejemplo, “Mi profesor y mis compañeros pensarán que soy estúpido”) son pensamientos comunes que subyacen a la ansiedad académica y social. Tales pensamientos desencadenan inmediatamente síntomas fisiológicos (por ejemplo, frecuencia cardíaca rápida e hiperventilación) que alimentan más interpretaciones autodestructivas y opciones de comportamiento (por ejemplo, “ahora que estoy temblando de ansiedad, ¡hoy definitivamente no va a salir bien!”).

Por lo tanto, el plan de tratamiento debe incluir estrategias cognitivas, conductuales y fisiológicas que se ajusten a las vulnerabilidades, fortalezas y preferencias individuales del alumno.

Paso 2a: Intervenciones cognitivas

Los patrones de pensamiento ansiosos y autodestructivos deben ser dirigidos, verificados en la realidad y reformulados. A menudo le he dicho al estudiante paralizado por la ansiedad del rendimiento: “Si estudiaste para el examen, podrías sorprenderte y hacerlo bien. Pero si evita intentarlo por completo, definitivamente fracasará y cavará un hoyo más profundo “.

Otras estrategias que promueven la distancia emocional de los pensamientos angustiantes pueden ayudar, como la defusión cognitiva. A menudo les digo a los estudiantes que se digan a sí mismos (durante episodios de ansiedad alta): “Estoy teniendo un pensamiento negativo en este momento. Un pensamiento es solo un pensamiento. No es un hecho o una realidad “. También promuevo los mantras del pensamiento consciente:” Voy a imaginar poner esta angustiosa idea en una hoja y verla flotar en la corriente (y fuera de mi mente) “.

En casos más serios, este proceso de reestructuración cognitiva requiere innumerables soluciones y capacitación. Por ejemplo, las estrategias básicas de evaluación de la realidad implican decirle al estudiante ansioso evitativo: “¿Hay alguna buena evidencia que respalde su suposición de que sus profesores y compañeros lo perciben negativamente?” Si no surge una buena evidencia, entonces la suposición puede descartarse como infundado – problema resuelto! Sin embargo, si el alumno destaca alguna información clara y convincente para apoyar esta asquerosa autohipótesis de rechazo social, entonces es importante solucionar los comportamientos socialmente contraproducentes y desagradables del alumno.

Paso 2b: Intervenciones conductuales

El estudiante ansioso-evitativo debe aprender a intervenir en un nivel fisiológico para manejar la excitación inherente a la ansiedad. Esto implica aprender a reconocer dos habilidades básicas: la relajación (por ejemplo, la respiración profunda) y la distracción (por ejemplo, un enfoque consciente en los estímulos externos). Así como vamos al gimnasio o practicamos deportes para ejercitar nuestros músculos corporales, también podemos ejercitar nuestras mentes practicando con disciplina tomando respiraciones profundas y lentas, o haciendo caminatas conscientes y manteniendo el enfoque cerrado en el exterior (por ejemplo, árboles, cielo, pájaros ) versus sensaciones internas (p. ej., corazón pulsante, sudoración). La respiración y la distracción hábiles son herramientas fundamentales para trabajar en estados emergentes de ansiedad elevada.

La otra pieza clave para el tratamiento del comportamiento es la noción de “exposición segura”: es la noción de que la participación en la escuela es un requisito para una vida saludable. Por lo tanto, cualquier incomodidad que se interponga en el camino de la participación consistente y significativa en la escuela debe tolerarse voluntariamente.

Un grado elevado de estructura diaria preestablecida se puede combinar con este mantra básico.

La ocupación es una de las mejores armas contra la ansiedad, por lo que se debe ayudar al estudiante ansioso evitativo a diseñar una rutina matutina de estructura predecible y consistente (por ejemplo, cepillarse los dientes, vestirse, desayunar, mirar la mochila, jugar un juego de computadora con moderación , salir de la casa para la escuela, etc.).

Paso 3: coordinación de la atención

El plan de tratamiento en el Paso 2 es, en teoría, una colaboración entre el estudiante y el terapeuta.

Pero para que el plan de tratamiento sea máximamente efectivo, debe ser entendido y acordado por los padres del estudiante y la escuela también. La continuidad de la atención es fundamental, ya que el estudiante puede necesitar apoyo emocional y presión saludable, sobre una base diaria y de microgestión, hasta que se consolide un patrón de hábitos orientados al acercamiento y reducción de la ansiedad.

La escuela puede necesitar apoyar el plan de tratamiento de manera superficial (por ejemplo, hacer que un miembro del personal esté disponible para recibir al estudiante ansioso evitativo en la puerta de entrada) y complejo (por ejemplo, construir un IEP que fomente temporalmente o moderadamente la flexibilidad, compasión y alojamiento por mala puntualidad y presentaciones de trabajo).

Paso 4: evalúa siempre las fuentes más profundas de ansiedad

A menudo, la fuente de evasión escolar puede ser algo simple, directo y aislado (por ejemplo, un profesor exigente o un compañero agresivo), pero a veces la naturaleza de la escalada de la ansiedad evitada puede provenir de un “clamor de ayuda” más complejo relacionado con asuntos que son externos (por ejemplo, divorcio de los padres) o internos (por ejemplo, cambios de identidad sexual). Tal información sería, por supuesto, crítica para actualizar y mejorar un plan de tratamiento exitoso.