Apaga al matón en tu mente con la autoconversación positiva

La resiliencia crece al hablar amablemente de nosotros mismos, de nosotros mismos.

Las personas LGBT están muy familiarizadas con la sensación enfermiza que proviene de ser intimidado. Nuestros jóvenes son dos veces más propensos que los heterosexuales a ser intimidados, y los estudios demuestran que la intimidación está relacionada con múltiples problemas de salud mental y física, como la depresión, el suicidio y el abuso de drogas o alcohol.

¿Qué sucede cuando la voz burlona del matón proviene de nuestras propias cabezas? ¿Cuándo permitimos que nuestros matones definan cómo pensamos y sentimos acerca de nosotros mismos?

Nos convertimos en nuestros propios peores enemigos, eso es qué.

Todos tienen una voz en su cabeza que funciona como una especie de narrador e intérprete, proporcionando un comentario continuo sobre nuestras vidas. En el mejor de los casos, nos ayuda a dar sentido a las cosas, nos dice lo que “significan” y las coloca en la imagen más amplia de nuestras vidas.

Pero podemos sentirnos mal, incluso tener que hacernos daño a nosotros mismos, cuando esa voz nos dice algo que dijimos o hicimos, o, peor aún, quiénes somos, “significa” que somos una mala persona, un fracaso o indigno de amor.

Entonces, ¿cómo podemos cerrar la intimidación, avergonzar la voz interior? Lo hacemos enseñando nuestra voz interior para hablarnos (y sobre) nosotros en un nuevo idioma: el lenguaje de la auto-conversación positiva.

El diálogo interno positivo conduce a un pensamiento positivo, que nos ayuda a controlar el estrés e incluso puede mejorar nuestra salud. La autoconversación positiva nos habla de manera optimista sobre nosotros mismos y nuestras circunstancias. Desarrolla nuestra autoestima y sentido de valor personal.

También es una piedra angular de la resiliencia. Reforzada por la autoconversación positiva, la resiliencia nos ayuda a enfrentar la adversidad, el estrés y el trauma dándonos una visión optimista de nosotros mismos, confianza en nuestras fortalezas, habilidades para resolver problemas y la capacidad de manejar sentimientos o impulsos fuertes.

Podemos construir nuestra capacidad de recuperación mediante el uso de la auto-conversación positiva para recordarnos a nosotros mismos que tenemos la capacidad de superar nuestros problemas. Nos ayuda a no sentirnos abrumados cuando surgen los problemas, y nos da una perspectiva más amplia que necesitamos para evitar ser absorbidos por las circunstancias inmediatas.

Aquí hay tres cosas que puede hacer para enseñarle a su propia voz interna el nuevo lenguaje de autodiscurso positivo. Juntos le darán a su voz interior una fluidez nueva y resistente.

Reescriba su historia: use palabras y lenguaje positivos para contarse a sí mismo la historia de lo que sus desafíos “significan”. No se regañe por tener desafíos; todos lo hacen. En cambio, conviértete en el héroe de tu historia. Considera tu vida como un viaje heroico en el que estás aprendiendo y creciendo a medida que avanzas, y no te sientas mal porque no has llegado al punto en que lo tienes “todo resuelto”.

Alégrate a ti mismo: dite a ti mismo que estarás bien, que lo que sea que te está causando estrés no es la imagen completa. Asegúrate de atravesarlo no solo intacto, sino también mejor, porque ya has llegado tan lejos en tu vida y el último bache en el camino es solo eso, un bache, no el final del camino.

Muestre compasión: sabe mejor que nadie los desafíos y obstáculos que ha enfrentado en su vida. También sabes cómo has logrado sobrevivir y prosperar a pesar de ellos. Pide este conocimiento para recordarte a ti mismo que superarás lo que sea que necesites superar, y que estarás bien.

La alternativa al diálogo interno positivo es el pesimismo y el diálogo interno negativo, golpearse a sí mismo, culparse a sí mismo por sus dificultades. Te mantiene encerrado en un ciclo interminable de miseria porque cuanto más te castigas a ti mismo, es menos probable que pienses con claridad y encuentres las soluciones que necesitas para mejorar tu vida.

Ya es suficientemente malo que haya personas que nos intimiden porque somos “diferentes” de ellos. No dejes que los agresores ganen al tomar residencia en tu cabeza. En cambio, grítelos y cállalos con una auto-conversación positiva.