Bajando de la montaña rusa de alimentos

Getting off the food rolllercoaster

Históricamente, nuestra relación con la comida se ha basado en el equilibrio de nuestra necesidad de comer y la disponibilidad de alimentos: el imperativo biológico de comer hambre y la capacidad física para satisfacer ese imperativo. La interacción entre el hambre y estar satisfecho es "apetito".

El apetito, al menos en teoría, es una guía interna que traza el camino entre cuándo, qué y cuánto debemos comer. Al igual que todos nuestros sistemas fisiológicos, nuestro apetito es más adecuado para el mundo en el que vivieron nuestros antepasados ​​hace mucho tiempo, un mundo de fiesta y hambre. Cuando la comida era escasa, nuestro apetito estaba "bajo", diciéndole a nuestros cuerpos que se requería poca comida. Cuando la comida era abundante, nuestro apetito aumentaba, lo que nos permitía aprovechar la recompensa relativa.

Para la mayoría de nosotros a principios del siglo XXI, particularmente aquellos de nosotros que vivimos en los Estados Unidos, la comida siempre es abundante. Nuestro apetito, esa guía confiable que sirvió a nuestros antepasados ​​tan bien en el pasado, ahora está fuera de sincronización con la realidad de nuestras vidas. En lugar de ser un ayudante en nuestra supervivencia, se ha convertido en un enemigo subversivo, que socava nuestra buena salud y bienestar. Su apetito puede hacer que se sienta como si estuviera en una montaña rusa de restricción, atracones y auto-culpa crónica. Y aunque un viaje en montaña rusa puede ser una emoción que buscamos en un parque de diversiones, no es una forma agradable ni útil de vivir. Nadie elige un patrón de alimentación desordenada que daña la salud, la autoestima y las relaciones personales.

El viaje en montaña rusa envejece. Te has zambullido a través de sus sacudidas y giros miles de veces. Primero, resistes con éxito los antojos durante varias semanas. Luego viene un lapso momentáneo de vigilancia y una vez más, tu comida pierde el control. La aguja de la balanza que observaste desciende hace unos días retrocede una pulgada. Una voz interna crítica te regaña por tu falta de fuerza de voluntad y juega en tu cabeza como un récord roto. Este escenario parece desesperado.

No importa cuántas veces hayas cabalgado en esta montaña rusa, hay buenas razones para esperar que esta vez tengas tu apetito bajo control. Ha fracasado en el pasado porque usted, con la ayuda de la profesión médica y el entorno alimentario de nuestra cultura, ha extrañado la culpa de su alimentación desordenada por una voluntad débil o un mal carácter. Pero el problema con el que luchas no es una debilidad moral o de un personaje; es bioquímico. Reconocer que los antojos de alimentos provienen de lo profundo de nuestra bioquímica y fuera de nuestro control consciente deberían llevarnos a ver una alimentación desordenada a través de lentes diferentes. Y así como hemos diagnosticado erróneamente el problema de los atracones y los excesos en el pasado, hasta ahora no hemos encontrado soluciones efectivas y permanentes.

Pero las cosas han cambiado y tú también puedes cambiar. Ahora tenemos una comprensión mucho más precisa del complicado proceso neuroquímico del apetito. Ahora sabemos que los antojos de alimentos son la manifestación de un trastorno bioquímico genéticamente basado que distorsiona las señales naturales del cuerpo de hambre y saciedad. ¡No es tu culpa!

Como el problema que una vez atribuimos a la pereza o la falta de autodisciplina es en realidad bioquímico, también lo es la solución. Los aminoácidos y nutrientes relacionados sirven como los principales bloques de construcción de los neurotransmisores y las hormonas que guían el apetito y el estado de ánimo. Cuando comprendemos esta intrincada relación entre los aminoácidos, las deficiencias de nutrientes, el sistema nervioso y los alimentos que comemos, podemos utilizar la ciencia para encontrar una forma de salir de la montaña rusa. Esta es la Nueva Esperanza. Al centrarse en el equilibrio de la bioquímica individual, es posible cambiar la forma en que comemos y comprender mejor los problemas emocionales que pueden coexistir con un problema de alimentación.

Muchos profesionales que trabajan con trastornos alimentarios creen que deben estar atrincherados en un campo u otro: deben tratar a sus pacientes con medicamentos u ofrecer psicoterapia o recomendar suplementos nutricionales. No creo que haya UNA sola respuesta al control del apetito. En su lugar, defiendo un enfoque integral que evoluciona desde el campo de la medicina integrativa y combina terapias nutricionales, medicamentos, psicoterapia y otros cambios en el estilo de vida según sea necesario. Es la desregulación en el cerebro lo que hace que el apetito se vuelva salvaje. En consecuencia, mi enfoque está diseñado para restaurar la salud del cerebro, lo que traerá libertad psicológica y homeostasis fisiológica, poniendo fin a una montaña rusa frenética y torturada.

La próxima "nueva" dieta o programa de terapia no es la respuesta. Por el contrario, las soluciones son posibles mediante la combinación de modalidades terapéuticas existentes con la ciencia de la bioquímica. Solo usando este enfoque multifacético podrá dejar de sentir vergüenza, cambiar su relación con la comida y despertar un espíritu de esperanza renovada.