Cinco maneras en que los profesores pueden ayudar a los estudiantes con enfermedades mentales

Estas medidas simples pero efectivas pueden ayudar a los estudiantes con dificultades.

Este mes marca el inicio del año académico en colegios y universidades de todo el país, un momento de gran esperanza y entusiasmo para estudiantes y profesores por igual. Sin embargo, algunos estudiantes enfrentan dificultades particulares que pueden impedir su aprendizaje. Una lucha que enfrentan muchos es la enfermedad mental.

De hecho, el National College Health Assessment (NCHA) informa tasas muy altas de enfermedades mentales entre la población estudiantil postsecundaria. Según la NCHA, los trastornos mentales más comunes entre los estudiantes son la ansiedad (22% de prevalencia) y la depresión (18% de prevalencia), lo que lleva a numerosos comentaristas a argumentar que estamos en medio de una crisis de salud mental en el campus.

En otras palabras, los profesores probablemente tendrán un gran porcentaje de estudiantes con enfermedades mentales en sus clases. ¿Pueden los profesores, muchos de los cuales no tienen capacitación o experiencia en estos temas, ayudar a los estudiantes con enfermedades mentales? La respuesta corta es sí, especialmente si adoptan la actitud de que “un poco va muy lejos”. Aquí hay cinco cosas simples que los profesores pueden hacer ayuda.

Lista de recursos de salud mental del campus en el programa de estudios

Cada campus universitario tiene un conjunto de recursos para ayudar a los estudiantes con enfermedades mentales. Esto incluye profesionales como psicólogos, psiquiatras, consejeros y trabajadores sociales. También incluye recursos dirigidos por estudiantes, como centros de apoyo entre pares y grupos de autoayuda. Otras organizaciones del campus, por ejemplo las capellanías, también pueden ayudar a los estudiantes con problemas mentales.

Los profesores deben familiarizarse con estos recursos; Listado de sus servicios, datos de contacto y horarios de atención en el programa del curso. Esta lista puede ser útil para los estudiantes y el profesor.

Hacer adaptaciones razonables

Una enfermedad mental es una discapacidad, reconocida como tal en la legislación, incluida la Ley de Estadounidenses con Discapacidades. De hecho, la mayoría de las jurisdicciones occidentales tienen leyes sólidas que exigen que las universidades deben responder a las solicitudes de “adaptaciones razonables” de los estudiantes con discapacidades. Los profesores deben conocer estas obligaciones legales y cumplir con la ley.

Mejor aún, los profesores pueden imbuirse del espíritu de la ley, respondiendo positivamente a las solicitudes informales de adaptaciones. Por ejemplo, una estudiante me dijo una vez que su ansiedad se redujo al hacer garabatos al azar, preguntándole si podía hacerlo durante la clase. Accedí a esta petición con mucho gusto.

Minimizar las distracciones de las aulas

La NCHA afirma que alrededor del 7% de los estudiantes padecen trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH), mientras que más del 20% sufren de ansiedad. Las personas con TDAH y trastorno de ansiedad pueden ser particularmente sensibles a las distracciones y tener dificultad para concentrarse. Como tales, los profesores deben asegurarse de que las distracciones en el aula se mantengan al mínimo.

Por ejemplo, los profesores pueden crear un ‘código de conducta’ de clase, pidiendo a los estudiantes que sean considerados con los demás. Esto puede incluir solicitudes para no comer ruidosamente, usar las redes sociales, masticar chicle en voz alta, sorber bebidas o charlar con amigos en clase. En relación con esto, los estudiantes con dificultades para concentrarse pueden solicitar clases de audio-grabación; Una acomodación razonable que debe ser otorgada.

No salte a conclusiones

Algunos estudiantes en clase pueden parecer desinteresados: cansados, bostezando e inquietos. Algunos profesores pueden considerar esto como una señal de falta de respeto; sin embargo, estos son a menudo síntomas de enfermedades mentales o los efectos secundarios de los medicamentos psicotrópicos. De hecho, este punto está muy bien hecho por los jóvenes en el video a continuación, que analiza el impacto de los efectos secundarios de los medicamentos en la educación y el aprendizaje.

Del mismo modo, los estudiantes con enfermedades mentales a menudo deben consultar con una gran variedad de profesionales: psiquiatras, psicólogos, consejeros, farmacéuticos, etc. Esto puede implicar mucho tiempo en salas de espera y consultas médicas, lo que lleva a retrasos ocasionales y clases perdidas. Como tales, los profesores deben evitar saltar a conclusiones cuando se enfrentan a tales comportamientos.

Conoce tus límites

Los estudiantes comparten regularmente sus problemas de salud mental con los profesores, a veces llorando y ocasionalmente en crisis. Por supuesto, un oído que escucha y una palabra de apoyo pueden hacer mucho en algunas situaciones. Sin embargo, los profesores no son terapeutas capacitados y pueden tener bajos niveles de alfabetización, capacitación y conocimiento sobre salud mental.

En relación con esto, muchos funcionarios universitarios están desalentando implícitamente cualquier cosa que se parezca a una relación amistosa entre estudiantes y profesores. Como tal, el mejor curso de acción en tales situaciones puede ser dirigir a los estudiantes a los recursos del campus previamente enumerados en el plan de estudios.

Conclusión

A muchos profesores les gustaría instintivamente ayudar a sus estudiantes que tienen una enfermedad mental. Sin embargo, algunos se sienten impotentes debido a la falta de conocimientos, capacitación y conocimientos sobre salud mental. Las estrategias simples descritas en este artículo pueden crear una situación de ganar-ganar; evitando malentendidos y promoviendo el bienestar de estudiantes y profesores por igual.

Recuerda, poco a poco se llega lejos.