La alimentación consciente, en pocas palabras, es prestar atención al nivel de hambre y plenitud de nuestro cuerpo, darse cuenta de lo que elegimos consumir y comer hasta que esté satisfecho. Esto puede haber sido un desafío antes de tener hijos, pero una vez que llegue la etapa del niño pequeño, habrá mucha comida sobrante en los platos de nuestros hijos que nos tienta a meternos en la boca porque:
a.) ciertamente no queremos desperdiciar comida.
b.) secretamente se ve delicioso y, cuando es robado del plato de otra persona, las calorías no existen.
c) es simplemente más fácil colocar la comida directamente en nuestras bocas que envolverla para las sobras de mañana.
d.) nos convertimos en Mamavores sin sentido, consumiendo inconscientemente cualquier alimento que quede.
Sin embargo, cuando nos detenemos y prestamos atención, podemos darnos cuenta de cuántas calorías adicionales estamos consumiendo de esta manera apenas consciente. Entonces, para evitar este patrón en curso, es útil poner en marcha un plan de juego. Aquí hay algunos consejos:
Someter el Mamavore no solo puede domesticar el crecimiento de nuestras cinturas y aumentar nuestra energía, sino también modelar hábitos de alimentación conscientes para nuestros hijos, un regalo de salud para toda la vida.