Diciendo perdon

¿Con qué frecuencia les decimos perdón a nuestros hijos? No solo por las cosas pequeñas como ponerse accidentalmente sus gafas de sol u olvidarse de recogerlas de la casa de sus amigos (¡otra vez!), Sino por grandes cosas como romper una promesa o revelar un secreto. ¿Con qué frecuencia lamentamos nuestras insuficiencias como padres?

Afecta su desarrollo. La teoría dice que los niños aman y odian a sus padres, los aman por su bondad y los odian por todas las formas en que frustran y defraudan. Estos niños se convierten en jóvenes y alcanzan una etapa en que su capacidad de odio comienza a molestarlos. "¿Soy una mala persona por sentirme así? ¿Soy odioso por todas las veces que me he vengado de mis padres, por todas las veces que deseé que murieran y nunca más volvería a verlos? ¿Hay algo realmente malo en mí?

Desde el punto de vista del desarrollo, este es el punto en el que los jóvenes buscan enmendarse, pedir perdón para demostrarse a sí mismos (y a sus padres y a otros) que, después de todo, no son tan malos. Sin oportunidades para hacer las paces, el peligro es que sigan estancados con la sensación de ser personas malas, poco amables y sin amor.

Algunos jóvenes se salvan con el amor de un novio o una novia, sus vidas se transforman porque esta persona, sin darse cuenta, les da la oportunidad de mostrar lo amorosos que pueden ser. Pero hay otros jóvenes que continúan buscando, buscando a alguien, buscando a alguien que comprenda que no están tan mal, que han cometido errores, pero que quieren enmendar y, a pesar de la vergüenza y pérdida de cara – quiero decir lo siento.

Hay jóvenes considerados por los adultos como irresponsables e insensibles que, teniendo la oportunidad de asumir una responsabilidad genuina y demostrar su compasión por otro ser humano, aprovechan la oportunidad y actúan maravillosamente, sorprendiendo a tantos adultos que no pensaron que estos jóvenes la gente tenía tales cualidades en ellos.

Lo que estos jóvenes están haciendo – psicológicamente – es pedir perdón a sus padres: lo siento por todo, lo siento por odiarte, lo siento por defraudarte, lo siento por hacerte la vida difícil, lo siento por maldecirlo y amenazarlo. Sin oportunidades para pedir disculpas, algunos jóvenes se dan por vencidos, persuadidos de que "así es como soy …". Soy alguien que siempre decepciona a la gente, que nunca puede permanecer en una relación, que siempre está enojado y celoso y desagradable con otras personas. Si me conocieras, ¡no querrías estar conmigo!

Lo que hace que decir lo siento sea mucho más fácil para los jóvenes es cuando sus padres (y maestros y otros profesionales) pueden decir lo siento y decirlo, sin pretender ser perfectos, demostrando a sus hijos que el remordimiento no es vergonzoso pero en realidad es un signo de fortaleza. "Lamento que yo y tu madre nos hayamos separado … Lamento no poder expresar mis sentimientos … Lo siento por los momentos en que te he humillado o decepcionado … Lo siento mucho."