Dos cosas fáciles e indoloras que puede hacer para ayudar a su hijo a perder peso

La preocupación sobre la obesidad infantil se ha centrado principalmente en mejorar el contenido de las dietas de los niños. El objetivo es aumentar el consumo de alimentos saludables como frutas y verduras a la vez que se reduce el consumo de comidas chatarras ricas en calorías. Si bien estas son metas que valen la pena, requieren que el niño o los padres del niño se concentren en qué comer o no comer. Mantener la disciplina consistente para mejorar las elecciones de alimentos puede ser difícil y, en algunas situaciones, puede ser imposible. A medida que el niño crece, mamá y papá tienen una influencia menos directa sobre lo que él o ella come, pero dos simples cambios ambientales pueden ayudar.

Drs. Thomas Robinson y Donna Matheson, investigadores de la Facultad de Medicina de la Universidad de Stanford, han publicado un capítulo en el nuevo libro de Brownell and Gold, Food and Addiction (Oxford University Press) en el que describen varias intervenciones simples para reducir la sobrealimentación en los niños. La idea básica es que hacer estos cambios en el entorno resultará en menos comer sin tener que controlar continuamente a su hijo.

La primera intervención se basa en el hallazgo bien establecido de que tanto los niños como los adultos comen más cuando hay más para comer. La investigación muestra que los niños y los adultos no son muy buenos para recordar cuánto comieron. Normalmente, después de comer demasiado en una comida, los niños y adultos NO lo compensan comiendo menos en la próxima comida. Es simple, si sirve menos, usted y sus hijos comerán menos. ¿Pero cómo sirves menos sin sentirte privado?

Primero, reemplace las gafas cortas y anchas con gafas altas y delgadas. Un estudio encontró que los adolescentes bebían un promedio de 74 por ciento más de calorías cuando vertían zumos y refrescos en vasos cortos y anchos. Incluso los estudiantes universitarios y los cantineros vierten un 20 por ciento más cuando usan anteojos cortos y anchos en lugar de anteojos altos y delgados. ¿Qué tan difícil sería reemplazar sus gafas con gafas más altas y delgadas?

La segunda intervención usa el mismo principio aplicado a placas, cuencos y cucharas. La gente subestima el tamaño de su porción cuando el plato que está frente a ellos tiene espacios vacíos. Un estudio de niños y adultos con peso normal descubrió que servían más cereal cuando usaban un tazón más grande que un tazón más pequeño. Incluso cuando se les dijo a los adultos acerca de esta tendencia, aún servían más cuando usaban vajilla grande.

En un estudio piloto de seis semanas, cinco familias reemplazaron sus platos y vasos habituales con vajilla más pequeña y usaron cucharaditas en lugar de cucharadas soperas. Al final del estudio, tanto los padres como los niños redujeron las porciones en un 20-30 por ciento. No hubo informes de aumento del apetito después de las comidas. Cuando terminó el estudio, las familias pudieron volver a sus platos y vasos más grandes, pero continuaron usando la vajilla más pequeña.

Estos estudios muestran que tendemos a comer más de lo que necesitamos, y hacer cambios simples en la vajilla puede reducir las calorías innecesarias. Estos cambios no requieren mucho esfuerzo y sus hijos no se sentirán privados, entonces, ¿qué tiene que perder? Coja unos vasos altos y delgados, coloque los platos altos en un estante (puede usarlos cuando llegue la compañía) y use platos de ensaladas y cuencos pequeños para todas sus comidas.