El estrés tóxico temprano cambia la estructura del cerebro

La investigación del TDAH debe tener en cuenta el estrés.

Debo diferir con la conclusión del Dr. Rettew de que el nuevo estudio que cita “prueba” que el TDAH es real. El estudio que cita el Dr. Rettew deja fuera un factor significativo en el desarrollo del cerebro de los niños: es decir, el estudio no reconoce el grado en que la exposición temprana a experiencias y entornos estresantes puede afectar la arquitectura del cerebro en desarrollo del niño. Es decir, los factores en el entorno del niño pequeño pueden cambiar el tamaño del cerebro del niño.

Hay muchos estudios que respaldan la conclusión de que la experiencia cambia el cerebro. Véase, por ejemplo, un documento de trabajo del Centro sobre el niño en desarrollo de la Universidad de Harvard “El estrés excesivo interrumpe la arquitectura del cerebro en desarrollo”.

Este estudio señala que “los circuitos neuronales para manejar el estrés son particularmente maleables (o” plásticos “) durante los períodos fetal y de la primera infancia. Las primeras experiencias determinan la facilidad con la que se activan estos circuitos y qué tan bien pueden contenerse y apagarse. El estrés tóxico durante este período temprano puede afectar el desarrollo de los circuitos cerebrales “.

El estrés moviliza hormonas como cortisol y adrenalina en el niño. “La activación sostenida o frecuente de los sistemas hormonales que responden al estrés puede tener graves consecuencias en el desarrollo, algunas de las cuales pueden durar más allá del momento de la exposición al estrés. Cuando los niños experimentan estrés tóxico, sus niveles de cortisol permanecen elevados durante períodos de tiempo prolongados. Los estudios en animales y humanos muestran que los aumentos a largo plazo en los niveles de cortisol pueden alterar la función de varios sistemas neuronales, suprimir la respuesta inmune e incluso cambiar la arquitectura de regiones del cerebro que son esenciales para el aprendizaje y la memoria “.

Hay innumerables estudios que muestran cómo los factores ambientales como el estrés juegan un papel importante en el desarrollo cerebral de los niños. Para nombrar sólo dos: Lupien, SJ, de León, MJ, de Santi, S., Convit, A., Tarshish, C., Nair, NPV, … y Meaney, MJ (1998). Los niveles de cortisol durante el envejecimiento humano predicen la atrofia del hipocampo y los déficits de memoria. Nature Neuroscience, 1 (1), 69-73, y Lupien, SJ, McEwen, BS, Gunnar, MR, y Heim, C. (2009). Efectos del estrés a lo largo de la vida en el cerebro, el comportamiento y la cognición. Nature Reviews Neuroscience, 10, 434-445.

Según el estudio citado, los participantes fueron excluidos si tenían un “historial de abuso físico, sexual o emocional” según su historial médico. Así que los investigadores sí reconocieron que los factores ambientales juegan un papel en la arquitectura del cerebro o que los síntomas de abuso pueden ser mal diagnosticados como TDAH. Sin embargo, aquí hay tres puntos que deben hacerse sobre este intento de excluir a los participantes por abuso.

En primer lugar, los padres no siempre informan que han abusado o descuidado a sus hijos y que los niños generalmente tienen demasiado miedo de denunciarlo ellos mismos.

Segundo, el abuso puede haber ocurrido sin el conocimiento de los padres (por un familiar, amigo de la familia, niñera o niñera). Como terapeuta en ejercicio, sé que este último tipo de abuso ocurre mucho más frecuentemente de lo que uno pensaría.

En tercer lugar, existen formas de estrés excesivo en un niño pequeño que no entran en la categoría de abuso físico, sexual o emocional. Ejemplos de estrés severo que pueden afectar el cerebro en desarrollo de un niño son: 1) ser testigo de violencia doméstica o crianza crónica de los padres, 2) el niño siendo intimidado, 3) dificultades económicas, 4) exposición excesiva a pantallas electrónicas (ver, por ejemplo, el psiquiatra Victoria Dunckley’s Psychology Today bloguea sobre cómo el tiempo de pantalla excesivo puede cambiar los circuitos neuronales). Es razonable concluir que al menos algunos de los niños en el estudio habían estado expuestos a formas de estrés ambiental que no se tuvieron en cuenta.

El Dr. Rettew parece creer que el estudio que cita es una “bala mágica” que pondrá fin de una vez por todas a la idea de que el TDAH se basa en un defecto genético o cerebral. Claramente este no es el caso. Tampoco es el caso que aquellos de nosotros que somos escépticos de que el TDAH es una “enfermedad” real, necesitamos “girar” los estudios con conclusiones con las que no estamos de acuerdo.

Los escépticos no tenemos un hacha para moler. Tenemos una mente abierta a toda la evidencia, que los psiquiatras con inclinaciones biológicas lamentablemente no son aptos. Nueva evidencia de estrés severo en los cerebros de los niños surge todos los días. ¿Quién hubiera pensado que los padres pondrían a un bebé en un columpio delante de un televisor durante 4-6 horas al día o dejarían que los niños pequeños jugaran videojuegos durante horas y horas? Esta sobreestimulación electrónica ejerce una enorme presión sobre el cerebro de los niños pequeños y, sí, puede causar cambios neurológicos.

Independientemente de la narrativa que aceptemos, independientemente de los estudios que enfaticemos para respaldar nuestros puntos de vista, sugiero que mantengamos el discurso civil. La mayoría de nosotros en el campo del desarrollo infantil estamos interesados ​​en el verdadero bienestar de los niños y no en cómo podemos “girar” un estudio con el que no estamos de acuerdo.

Referencias

Lupien, SJ, de León, MJ, de Santi, S., Convit, A., Tarshish, C., Nair, NPV, … y Meaney, MJ (1998). Los niveles de cortisol durante el envejecimiento humano predicen la atrofia del hipocampo y los déficits de memoria. Nature Neuroscience, 1 (1), 69-73.

Lupien, SJ, McEwen, BS, Gunnar, MR, y Heim, C. (2009). Efectos del estrés a lo largo de la vida en el cerebro, el comportamiento y la cognición. Nature Reviews Neuroscience, 10, 434-445

Consejo Científico Nacional sobre el niño en desarrollo. Documento de trabajo 3. El estrés excesivo Interrumpe la arquitectura del cerebro en desarrollo.