El sexo lo cambia todo

Uno de los hallazgos más sólidos en el estudio del comportamiento económico humano tiene que ver con la forma aparentemente irracional en que las personas toman decisiones económicas. El caso clásico se llama aversión a la pérdida.

Imagina este escenario. Usted trabaja para los Institutos Nacionales de la Salud (NIH, por sus siglas en inglés), y está a cargo de hacer asignaciones presupuestarias para el desarrollo de medicamentos para prevenir la gripe. Su personal de investigación acaba de presentar un informe que predice que la gripe de este año matará a más de 600 ciudadanos. También le han presentado dos opciones para abordar esta amenaza.

Si se adopta la opción A, se guardarán 200 personas. Si se adopta la opción B, existe un tercio de probabilidad de que se guarden las 600 personas y una probabilidad de dos tercios de que no se guarden personas.

¿Cuál de los dos programas adoptarías?

La mayoría de las personas, incluso los médicos (abrumadoramente) eligen la opción A. La razón de esto es que B suena arriesgado (todos pueden morir) y no nos gusta la idea de arriesgar la pérdida de vidas (o dinero), aunque la opción A predice la desaparición de 400 personas. Elegimos los ciertos (pequeños) ahorros sobre la pérdida incierta (posiblemente grande).

Considere un conjunto separado de opciones, C y D. Si se adopta el programa C, 400 personas morirán. Si se adopta el programa D, hay un tercio de probabilidad de que nadie muera y una probabilidad de dos tercios de que 600 personas mueran.

Ahora, ¿cuál de los dos programas elegirías? Lo más probable es que esta vez, le haya gustado la opción D mejor que la opción C. Curiosamente, las opciones A y C son opciones equivalentes matemáticamente (como B y D), pero en el segundo escenario, se le presenta la opción de apostar para evitar una pérdida en lugar de salvar vidas.

La conclusión es que los seres humanos están programados para ser cautelosos con respecto a tomar riesgos por las ganancias, pero que deben ser cautelosos con el viento para evitar pérdidas. Este fenómeno se puede ver en muchas áreas de la vida humana. Por ejemplo, casi todos estamos contentos, si no felices, de pagar decenas o cientos de miles de dólares por un seguro contra pérdidas de varios tipos, pero en su mayoría no estamos dispuestos a apostar la misma cantidad de dinero para asegurar ganancias potenciales.

¿Por qué somos adversos a la pérdida?

Picture of high risk

Durante muchos años, los economistas han supuesto que esto era simplemente un hecho irracional de la naturaleza humana. Recientemente, sin embargo, los psicólogos evolutivos han sostenido que esto demuestra una especie de "profunda racionalidad", porque en nuestro pasado evolutivo, perder cualquier cosa, desde alimentos hasta las pocas posesiones que nuestros antepasados ​​podrían haber tenido (herramientas, ropa, parientes), habría sido potencialmente catastrófico

La excepción que prueba esta regla .

A menudo, es cuando las reglas se rompen que vemos su valor, y tal es el caso de la aversión a la pérdida. Los psicólogos Jessica Li, Doug Kenrick y Steve Neuberg en la Universidad Estatal de Arizona demostraron recientemente que no todos somos reacios a las pérdidas todo el tiempo, como pensaban los economistas. En cambio, hay situaciones específicas que pueden eliminar e invertir la aversión a la pérdida, pero solo, hasta ahora, en los hombres.

Cuando los hombres se ceban (se les recuerda, se les hace pensar) con la idea de oportunidades de apareamientosexo– y luego se les pide que tomen decisiones como las anteriores, la aversión a la pérdida se anula e incluso se revierte. En otras palabras, cuando los hombres están pensando en oportunidades para aparearse, los riesgos se vuelven mucho más atractivos.

Estos hallazgos, al menos en parte, explican el comportamiento a menudo riesgoso de los hombres jóvenes. También sugieren que el estado o estado de ánimo en el que nos encontramos en el día a día puede alterar drásticamente los tipos de decisiones que tomamos, económicas o de otro tipo. Quizás sería bueno considerar su entorno la próxima vez que tome una decisión importante que implique posibles ganancias o pérdidas. Y considere también el contexto en el que las empresas presentan sus oportunidades para sus posibles ganancias o pérdidas. Esté atento a los "primos" sutiles que podrían afectar la forma en que toma las decisiones.

Para una descripción rápida y entretenida de estos hallazgos por los autores del estudio, ver: Aversión a la pérdida

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