Ese otro tipo de gestión del tiempo

Cumplí 60 la semana pasada. A kilómetros de distancia, vi llegar ese hito, el día en que la piedra de molino de los 60 finalmente colgaría alrededor de mi cuello envejecido.

Me reconfortó la forma en que mi cumpleaños real pasó como cualquier otro día, solo las 24 horas habituales. La piedra del tiempo avanza implacablemente. Ni siquiera podemos detenerlo para marcar sus principales cruces. Cuando me preguntan cómo se siente tener 60 años, digo que se siente unos días mayor que 59.

Nuestra esperanza de vida limitada nos asusta a los humanos, más que a otras criaturas. Es poco probable que las chinches pierdan sueño con el envejecimiento, pero la mayoría de nosotros los humanos hemos perdido un ojo o dos. A otras criaturas les resulta mucho más fácil estar aquí ahora, lo que puede explicar por qué algunas personas hacen campaña por la atención plena tan insistentemente. Nosotros los humanos anticipamos. Prevemos nuestros fines y no se ven bonitos, ni siquiera aquellos que creen en algún futuro feliz o en la meseta de la iluminación desapegada.

En su libro ganador del premio Pulitzer, "The Denial of Death", Ernest Becker argumentó que la ansiedad sobre nuestras muertes inminentes nos lleva a "campañas de inmortalidad", búsquedas de vida eterna pero también de verdades eternas. La investigación en teoría del manejo del Terror sugiere que todos nos volvemos más constantes ideológicamente cuando se nos recuerda que vamos a morir.

Al igual que Sísifo, a todos nos gustaría rodar la incansable piedra del tiempo por la colina, o al menos impedir que ruede por nuestros cuellos. Las campañas de inmortalidad de todo tipo son evidencia de un anhelo sísifo por detener el tiempo.

Enseño teoría evolutiva y descubro que lo que más molesta a la gente al respecto no es que disminuya el papel de Dios o sugiere que evolucionamos a partir de simios, sino que revela que no hay verdades eternas. Las soluciones adaptativas de hoy pueden ser maladaptativas mañana. Con el tiempo y la evolución no hay mesetas eternas, ni ganadores permanentes. El tiempo erosiona todo y a todos. Justo cuando descubres el secreto, cambia.

Tiempos inciertos como el nuestro siempre han llevado a las personas a campañas de inmortalidad más intensas. Los fundamentalismos crecen en membresía e intensidad. Para restringir ese impulso peligroso, es bueno recordar el eslogan popular británico de otra época incierta: mantener la calma y continuar. Se aplica en tiempos de incertidumbre como la nuestra, pero también a la lenta y gradual crisis de envejecimiento de todos.