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Recordar nos permite conectar el pasado con el presente. Nos permite reconocer a las personas que nos importan u odian. Y nos permite aprender, vivir de manera eficiente y amar con profundo aprecio por las personas que hacen nuestros recuerdos con nosotros. De estos recuerdos, tenemos un gran significado a partir de las historias de nuestras vidas. Y como resultado, valoramos recordar como ninguna otra cosa.

¿Pero es posible que de vez en cuando nos beneficie dejar de recordar? ¿Es posible que la memoria se interponga en nuestro camino y que tengamos que aprender a disolverlos en el éter de donde surgieron? La investigación científica reciente sugiere que hay varios beneficios para olvidar que son importantes tener en cuenta.

La prueba de usos alternativos (AUT) es una prueba que estimula la creatividad al pedirle a la gente que piense en otros usos para cosas específicas. Cuatro estudios diferentes mostraron que a medida que las personas pensaban en más y más usos de las cosas, olvidaban los usos estudiados originales que encontraron. Sin embargo, más impresionante fue el hecho de que los participantes que olvidaron más usos generaron usos más creativos que los participantes que exhibieron menos olvido. Esto sugiere que tienes que dejar de lado el conocimiento anterior para permitirte ser más creativo.

Este hecho puede ser útil cuando estás obsesionado con un problema específico. Los problemas realmente captan tu atención para que todo lo que puedas hacer sea pensar en ellos. Sin embargo, si desarrolla ejercicios de "olvido" en su día, puede liberar su mente para encontrar soluciones creativas. Conservar los recuerdos no te permitirá encontrar soluciones creativas solo cuando las necesites.

El segundo problema con la memoria es que puede perpetuar la fijación en eventos traumáticos. Esto puede hacer que sea muy difícil dejarlo ir. Aunque, como sociedad, apreciamos los aniversarios como una forma de honrar el pasado, estos mismos aniversarios pueden perpetuar la ansiedad como resultado de traumas del pasado e impedir que avancemos. Cuando los recuerdos se vuelven abrumadores, incluso pueden hacernos sentir disociados, porque hay una lucha entre los recuerdos que quieren pasar a primer plano y la necesidad de suprimir esos recuerdos.

Reconociendo los problemas con tal fijación, necesitamos preguntarnos más cuando recordamos algo. Necesitamos preguntar si los recuerdos realmente sirven a nuestras vidas y nos ayudan a avanzar. Necesitamos preguntar si crean integración o desintegración. Y tenemos que preguntarnos cómo podemos dejar espacio para lo nuevo si la mayor parte de nuestro espacio cerebral se aferra a lo viejo.

En tercer lugar, los recuerdos pueden distorsionarse con el tiempo. Esto ha sido ampliamente documentado. Como resultado, aunque nuestras propias narrativas nos obligan a crear un sentido de coherencia, a menudo estas narraciones pueden ser falsas, o al menos, no tenemos una prueba real de ellas. Muchos estudios han demostrado que nuestra convicción no es evidencia de que algo realmente haya sucedido. Así que terminamos teniendo nada para verificar nuestras creencias. Si aceptamos estos recuerdos, entonces la vida se convierte en una serie de confabulaciones. Si no lo hacemos, podríamos sentirnos vacíos. ¿Cómo vamos a resolver esto?

Varias religiones han abordado este problema. Los budistas, por ejemplo, se refieren a estos recuerdos como "Saṅkhāra", que literalmente se traduce como "aquello que se ha unido", y que a menudo equivale a fabricaciones o respuestas condicionadas muertas a la realidad actual del presente. En la tradición budista, estas impresiones mentales son en realidad un sustituto de lo real. Se cree que la iluminación revela la ficción detrás de ellos, y que la duración y la coherencia provienen de un estado de conciencia que trasciende la memoria.

En el hinduismo, una palabra similar, "samskara" se refiere a las impresiones incrustadas en la mente subconsciente que provienen de una percepción falsa de los sentidos como lo último.

Por lo tanto, los recuerdos pueden inhibir la creatividad, perpetuar el trauma y crear narrativas ilusorias que conducen a vidas fijas de recuerdos traumáticos y narraciones falsas que nos impiden alcanzar estados superiores de conciencia. A pesar de que hemos creado un mundo que depende de la memoria, parece que el objetivo final es integrar una inteligencia más allá de la memoria para ayudarnos a dar sentido a nuestras vidas.