Gestión del deseo

La gestión del deseo puede enmarcarse como un conflicto entre los deseos inmediatos (p. Ej., Comida sabrosa, bebidas alcohólicas, interacciones sexuales) y los objetivos y valores de autocontrol (por ejemplo, mantener el peso, no conducir ebrio, mantenerse fiel). Dichos conflictos posiblemente constituyan una gran cantidad de situaciones de autocontrol en la vida cotidiana. El precio de la mala gestión del deseo puede ser enorme. Las estadísticas de salud pública muestran que el 40 por ciento de las muertes en los EE. UU. Cada año se asocian con comportamientos poco saludables, como alimentos poco saludables, tabaco, alcohol, sexo sin protección y drogas ilícitas.

¿Qué es el deseo? El deseo se puede definir como una emoción positiva (motivación) hacia un determinado objeto, persona o actividad. Los deseos varían en fuerza y, en consecuencia, en su capacidad para motivar el comportamiento. Si la gente cederá al deseo en cualquier momento dado depende de dos cosas: la fuerza del deseo y la capacidad (fuerza) del yo para resistir el impulso. Cuando un deseo se vuelve más fuerte, el yo probablemente necesite reunir mayores poderes de autocontrol para vencer la necesidad de actuar. Sin embargo, en ausencia de deseo no hay necesidad de autocontrol. La fuerza de los deseos puede no ser la misma para todos. Las personas con bajo autocontrol son más vulnerables al fracaso.

¿Cómo surge el deseo? En general, el deseo se origina de una manera relativamente automática cuando los sistemas de recompensa del cerebro evalúan los incentivos externos (estímulos) en el contexto de estados de necesidad internos (p. Ej., Hambre, ansia o sensación de soledad) y el historial de aprendizaje de un individuo. A medida que el deseo obtiene acceso a la memoria de trabajo, la persona se vuelve consciente. Mientras más atención asigna una persona a un estímulo gratificante (un alimento rico en calorías), es más probable que experimente una sensación subjetiva de deseo. Por otra parte, los deseos más fuertes generalmente conducen a un pensamiento más distorsionado (por ejemplo, no he bebido durante un tiempo, este será mi último regalo, ¡y luego comenzaré mi dieta!). En los casos extremos, el deseo puede abrumar la memoria de trabajo que excluye todos los demás objetivos alternativos.

¿Cómo se pueden regular los deseos problemáticos? A continuación se describen algunas estrategias basadas en evidencia para manejar el deseo.

Selección de la situación La selección de la situación se refiere a evitar ciertos lugares o actividades para limitar la exposición de uno a las tentaciones. La proximidad puede aumentar la fuerza del deseo de productos (una porción de pastel para un dieter). Las recaídas con frecuencia se desencadenan por señales ambientales (por ejemplo, viendo a otros bebiendo alcohol).

Atención. La atención es una forma de dar prioridad a la información. En esta estrategia, las personas buscan desviar su atención de los estímulos que dan lugar a un deseo no deseado. Al desviar la atención a otra parte, uno puede evitar el procesamiento completo de los aspectos emocionales de un estímulo tentador y reducir el impacto emocional.

Supresión del pensamiento La supresión del pensamiento se refiere al acto deliberado de tratar de forzar la información no deseada fuera de su conocimiento. La supresión del pensamiento también es una forma de negación, que es el proceso de intentar conscientemente evitar ciertos pensamientos. Sin embargo, esta no es una tarea fácil. Como tratar de hundir un corcho en el agua, el problema no desaparecerá. En un experimento clásico, cuando se les pidió a los sujetos que no pensaran en el oso blanco durante unos minutos, no lograron reprimir su pensamiento sobre el oso blanco. El oso blanco no se va. Continúa introduciéndose en tu pensamiento, un fenómeno que los investigadores denominaron efecto de rebote. Lo que resistimos persiste. Por ejemplo, tratar de no pensar en cupcake te hace desearlo más.

Aceptación. Aceptar los deseos y anhelos como estados temporales en lugar de tratar de suprimirlos puede hacer que sea más fácil para las personas desvincularse del deseo no deseado. La clave no es hacer un esfuerzo para reprimir su pensamiento, solo seguir adelante, y su pensamiento se moverá naturalmente a otras cosas. Si realmente quieres dejar de pensar en un oso blanco, será mejor que te permitas pensar en uno y luego, después de un tiempo, el pensamiento desaparecerá naturalmente.

Reencuadre cognitivo. Las personas pueden usar estrategias que modifiquen la forma en que ven (valoran) los estímulos tentadores. Participar en una mentalidad abstracta en lugar de concreta parece tomar el borde de la tentación. Por ejemplo, en On Desire: Why We Want What We Want , William Irvine (2006) relaciona los consejos proporcionados por un monje budista sobre cómo lidiar con el tentador deseo sexual al pensar sobre el cuerpo humano en términos menos favorables: "no piense sobre sus pechos llenos y cabello rubio; piense en cambio en sus pulmones, … flema, pus, saliva ". (p187). Al cambiar el enfoque, inclina la balanza desde la emoción caliente hacia la cognición fría (por ej., Enfóquese en el lado negativo de la torta de chocolate: calorías). Puede atribuir cualidades negativas y consecuencias a cada tentación para compensar sus características atractivas.

En resumen, la regulación efectiva del deseo puede tener lugar en varias fases desde la exposición al deseo, la asignación de la atención a la reevaluación que evita que un deseo se vuelva excesivamente dominante.