La biología del correr

Sabemos desde hace mucho tiempo que una menor tasa de consumo de energía a cualquier velocidad significa que un atleta puede correr más lejos. Esta es la idea detrás de todo tipo de nuevos métodos de entrenamiento que miden la ingesta calórica contra la toma de kilometraje y tal, pero lo que no sabemos es por qué.

Hasta ahora.

Melanie Scholz, de la Universidad Libre de Amsterdam, Holanda, comenzó a preguntarse si esta medida de eficiencia era en realidad una medida de la energía almacenada, específicamente de la energía elástica almacenada en el tendón de Aquiles de un corredor.

La idea es bastante simple. Cuando un pie aterriza comprime el tendón, almacenando la energía que se libera la próxima vez que el corredor levanta ese pie, lo que ayuda a impulsar el siguiente paso. Pero lo que es realmente interesante aquí es que la cantidad de energía disponible para el almacenamiento se relaciona directamente con el tamaño del talón.

Scholz descubrió esto modelando matemáticamente los efectos de la longitud del talón (medida como la distancia entre el talón de Aquiles y los extremos interno y externo del hueso del tobillo) en la destreza de la distancia recorrida.

Lo que ella descubrió es que cuanto más corto es el talón, mayor es la cantidad de energía elástica almacenada.

Luego conectó 15 corredores profesionales a una cinta de correr y midió el consumo de oxígeno mientras corrían. Resulta que aquellos con tacones más cortos utilizan menos oxígeno, lo que indica una mayor eficiencia.

Una de las cosas que hace que esta investigación parezca un poco curiosa es que no hay muchos corredores profesionales malayos o aborígenes (dos grupos étnicos con tacones más cortos), pero esto puede tener más que ver con prejuicios culturales, etc. eso tiene que ver con correr, aunque me parece curioso.