La envidia del criminal de la persona responsable

Los delincuentes miran con desprecio las vidas de personas responsables, llamándolas "tontos", "esclavos", "cuadrados" y otros términos menos halagadores. Perciben una vida responsable como aburrida, desprovista de emoción, que es el oxígeno de sus vidas. Esta actitud es evidente bastante temprano. Un niño de trece años me dijo: "Ir a la escuela, practicar deportes, estar donde se supone que debo estar, eso es como ser un perro con correa". Despreciaba a su hermano más conforme y lo llamaba "insignificante". "gusano de libro de ojos".

Aunque este desprecio es evidente tanto en delincuentes juveniles como adultos, he encontrado en este último una envidia de personas responsables. No ofrecen voluntariamente esto fácilmente, pero es una actitud que es discernible a veces. Al entrevistar a hombres y mujeres en la cárcel, los escuché decir: "Cuando salga de este lugar, me sentaré, buscaré un buen trabajo, buscaré pareja y tendré un buen auto y mi hogar". Ellos envidian lo que las personas que han trabajado duro tienen. Sin embargo, cuando investigo lo que realmente significan, descubro que desean tener los símbolos de la responsabilidad pero sin tener que ser responsables de adquirirlos. Es realmente el hogar perfecto, el automóvil deportivo, la joyería, la posición de pez gordo en el trabajo y el socio que adora lo que quieren. Pero son velocistas de corta distancia, no corredores de larga distancia.

Estos ofensores juran seguir un camino "directo y angosto" para adquirir lo que quieren. Y algunos lo hacen por un tiempo. Trabajan duro, asisten a la escuela y se mantienen alejados del crimen. Pero eventualmente, como "Quiero ser puro, Dios, pero todavía no" de San Agustín, su determinación se desvanece. Y surge el deseo antagónico de competir por excitar haciendo lo que está prohibido. ¡De vuelta al crimen van!