La identidad curativa

Tres puntos sobre la curación se han vuelto claros para mí después de miles de horas de trabajo con personas que han sufrido dolor emocional común e inimaginable. El primero es que los seres humanos tienen una capacidad extraordinaria para curar todo tipo de heridas emocionales.

La segunda verdad que he aprendido al trabajar con quienes han sufrido es que el elemento más importante para superar el dolor emocional es una identidad curativa .

Las personas con identidades sanadoras se enfocan en su capacidad de recuperación, fortalezas y deseos de mejorar sus vidas. No se abandonan a los pensamientos de daño, injusticia, mal humor, culpa o identidad de víctima. Ciertamente tienen tales pensamientos y de vez en cuando se ven envueltos por el poder de ellos, pero en su mayoría se resisten al impulso de complacerlos. En cambio, se mantienen enfocados en su deseo de sanar y mejorar.

El tercer punto sobre la curación es que parece requerir al menos una comprensión implícita de la naturaleza y el propósito de los recuerdos dolorosos y cómo juegan un papel crucial en el bienestar emocional. Ese propósito no tiene nada que ver con el pasado. Por el contrario, los recuerdos del dolor sirven para mantenernos a salvo en el presente. Aquellos con identidades curativas se mantienen enfocados en mejorar sus vidas en el presente y en el futuro.

Los recuerdos dolorosos vienen equipados con un mecanismo de curación incorporado, siempre que nuestros esfuerzos por protegernos no violen valores más profundos. Por ejemplo, el dolor que resulta de la muerte de un ser querido tiene un curso de curación natural, a menos que tratemos de protegernos de la pérdida reteniendo el amor de los demás. La violación del valor más profundo de la conexión emocional mantiene dolorido el recuerdo de la pérdida. Pero una vez que nos permitimos invertir el valor en otras áreas de la vida, los recuerdos del ser querido perdido se convierten en recordatorios agradables de una experiencia de vida enriquecida. En otras palabras, con el tiempo, los recuerdos dolorosos activan la poderosa capacidad humana para sanar, mejorar y crear valor.

Cuando interrumpimos el proceso natural de curación centrándonos en el daño, la injusticia, el malhumor, la culpa o la identidad de la víctima, los recuerdos dolorosos a menudo causan depresión, obsesiones, resentimiento, ira, adicciones, abuso o violencia. Por eso es tan crucial identificarse con su anhelo más profundo de sanar, mejorar y crear valor.

Identidad Curativa