La ignorancia no es dicha, es aterradora

U.S. Government photo, public domain
El senador Jim Inhofe sostiene una bola de nieve como evidencia de que el calentamiento global es un engaño.
Fuente: foto del gobierno de EE. UU., Dominio público

Si usted cree que una democracia saludable requiere un electorado informado y comprometido, debería estar muy preocupado por las encuestas recientes publicadas por el Centro de Políticas Públicas de Annenberg. No importa cómo se miren los números, la conclusión ineludible es que grandes segmentos de la población estadounidense no tienen idea ni siquiera de los conceptos básicos de educación cívica.

Considere, por ejemplo, que más de uno de cada tres estadounidenses (37 por ciento) no podía nombrar ni siquiera un derecho garantizado por la Primera Enmienda. (Esos derechos incluyen la libertad de expresión, la libertad religiosa, la libertad de prensa, el derecho de reunión y el derecho a presentar peticiones al gobierno). Incluso menos -sólo el 26 por ciento- podría nombrar las tres ramas del gobierno (ejecutivo, legislativo, judicial), mientras un tercio (33 por ciento) no pudo nombrar ninguna de las ramas.

Uno podría fácilmente argumentar que estos números sombríos ayudan a explicar el estado de las cosas en los Estados Unidos hoy. Los hechos, alternativos o no, parecerían tener poca relevancia en un paisaje poblado por ciudadanos que no conocerían la Carta de Derechos de la Carta Magna.

De hecho, los datos de la encuesta en sí revelan el peligro de un público desinformado. Uno de cada cuatro de los encuestados, en contradicción directa con la libertad de prensa, afirmó que apoya que el Congreso permita que los medios de comunicación no informen sobre ningún tema de seguridad nacional. Tenga en cuenta que estos números no llegan en un momento de crisis severa, cuando uno podría esperar cierta simpatía pública por las medidas autoritarias, pero en un momento de relativa normalidad. Como tal, imagine cuán fácil será para un tirano oportunista frustrar las libertades básicas si y cuando una amenaza real se materialice, o incluso se perciba.

Y no es sorprendente que las cifras sugieran que el peligro es aún peor para los inmigrantes. Más de la mitad de los encuestados declaró, incorrectamente, que los inmigrantes indocumentados no tienen ningún derecho constitucional.

Ya he dicho antes que Anti-Intelectualismo está matando a América, y estos números lo corroboran. Con resultados de encuestas como este, no es de extrañar que gran parte del público aún tenga dudas sobre el cambio climático, por ejemplo, a pesar de que la comunidad científica hace mucho tiempo llegó a un consenso sobre el tema. La foto de arriba del Senador James Inhofe, usando una bola de nieve como evidencia para desafiar el calentamiento global, es un triste recordatorio de la representación que se produce en este tipo de entorno. Los votantes desinformados son fácilmente engañados, incapaces de analizar críticamente los problemas y son vulnerables a la demagogia.

Si hay un lado positivo en esta encuesta, es que podemos aprender de ello. Si alguna vez deseamos tener una política pública racional y centrada en el ser humano, debemos comenzar con un público que pueda demostrar que se lo merece.

En Twitter: @ahadave