Las consecuencias psicológicas de "Cartas gordas"

Las escuelas en 21 estados miden el índice de masa corporal (IMC) de los niños para detectar la obesidad, y ocho estados requieren que los informes se envíen a casa a los padres para alentar el tratamiento de los niños con sobrepeso. Los proponentes reconocen que no hay evidencia de que estas llamadas "letras gordas" ayuden a los niños a perder peso; son simplemente una "herramienta de conciencia". Sin embargo, existe evidencia sustancial de que esta práctica podría conducir directamente a una pobre autoimagen e incluso a trastornos alimentarios. Massachusetts ha terminado sabiamente la práctica de enviar "cartas gordas"; los ocho estados restantes deberían seguir ese ejemplo lo antes posible.

Para los niños obesos, las cartas a casa sobre su IMC son un juicio oficial de que son inadecuadas debido a su tamaño. Las "letras gordas" se entregan anualmente; por lo tanto, incluso cuando los niños están tratando de hacer cambios saludables, podrían seguir recibiendo hasta una docena de estas cartas a lo largo de su carrera escolar.

El espíritu de estas cartas se hace eco del sentimiento social de que la obesidad es un problema que debe corregirse. También insinúan que los niños tienen la culpa de su condición y que carecen de conciencia o fuerza de voluntad. Y debido a que las "letras gordas" son una colaboración entre la escuela, los padres y el médico del niño, es probable que los niños sientan que los funcionarios de la escuela, los profesionales de la salud y posiblemente sus propios padres los están agrupando por encima de su peso. Esto simplemente validará sus temores de que de alguna manera son malos o insatisfactorios porque su cuerpo es inaceptable. También puede aumentar la crueldad entre pares, ya que los niños obesos se encuentran entre los grupos de personas más estigmatizados, molestados e intimidados.

Este estigma puede resultar en un aumento en el autoconcepto y conductas de dieta poco saludables. El resultado es un ciclo de imagen corporal negativa, una dieta rígida y una alimentación poco saludable que puede durar toda la vida, con consecuencias devastadoras. Los adultos que se atragantan tienden a ser obesos. La obesidad en sí misma plantea una serie de riesgos para la salud; tener un trastorno de la alimentación también puede aumentar sustancialmente el riesgo de problemas psicológicos graves, como la depresión, y problemas de salud como la diabetes y las enfermedades cardiovasculares.

A través de la evaluación de la salud y la medición del IMC, las escuelas quieren motivar a los niños y sus familias para reducir la obesidad. Pero enviar cartas regularmente a casa corre el riesgo de estigmatizar a los niños y puede llevar a los niños a estar ansiosos por la intervención.

Hasta la fecha, existe una inquietante falta de estudios realizados en las escuelas que utilizan este programa, y ​​los estudios que se realizan no evalúan adecuadamente los riesgos potenciales de la detección del IMC. Esta tendencia refleja un problema más general de trastornos alimentarios que no se diagnostican suficientemente en los niños obesos. Con demasiada frecuencia, los médicos y los familiares ven la pérdida de peso como algo bueno, sin evaluar si se está produciendo de manera saludable. Esto sugiere además que cualquier consecuencia negativa de las "letras gordas" es probable que se ignore y no se detecte.

Es poco probable que las autoridades escolares quieran perpetuar los trastornos alimentarios y las cuestiones de imagen corporal entre los niños. Afortunadamente, hay otras maneras más efectivas de ayudar a asegurar que nuestros niños estén sanos y felices.

• Todos los estados deberían retractarse del mandato de medir el IMC en las escuelas. Si bien el IMC es un indicador confiable de otros riesgos para la salud, el uso de IMC solo para medir la salud de los niños e informar los planes de "tratamiento" puede tener graves consecuencias negativas.

• Las escuelas deben enfocarse en la implementación completa de programas comunitarios de nutrición y actividad física basados ​​en evidencias para todos los estudiantes, independientemente de su peso.

• Debe haber estudios cuidadosos de "letras gordas" para abordar posibles consecuencias negativas.

• Los grupos de defensa que se especializan en reducir la estigmatización de la obesidad y los trastornos alimentarios deben participar.

Los formuladores de políticas y los defensores del cribado del IMC en las escuelas tienen las mejores intenciones. Sin embargo, esta política descarta descaradamente las consecuencias a largo plazo, potencialmente devastadoras, de esta práctica para los niños. Todos los estados deben dar un paso atrás en este programa hasta que entendamos mejor no solo su efectividad, sino también el verdadero impacto psicológico.