Lo único que todos debemos hacer para ser mejores padres

Nada se siente más como un nuevo comienzo que como un padre. Cuando nace un niño, el futuro es una vasta y limpia lista que se mueve en un mar de nuestras mejores esperanzas, sueños e intenciones. Sin embargo, casi todos los padres aprenden rápidamente que el mar es mucho más rocoso de lo previsto. Esto no se debe solo a la falta de sueño o al peso de la nueva responsabilidad, sino a las tormentas de emoción que surgen dentro de nosotros. Nada agita nuestro pasado, nuestras emociones o nuestra sensación básica de ser tanto como tener un hijo.

Cada ser humano tiene experiencias tempranas con miedo, enojo, confusión y dolor que lo llevan a desarrollar ciertas adaptaciones o defensas psicológicas. Estas adaptaciones defensivas continúan para dar forma a cómo nos relacionamos y reaccionamos con nuestros propios hijos. Por eso, lo mejor que podemos hacer por nuestros hijos, ya sea que nazcan o lleguen en el futuro, es dar sentido a los nuestros. historia.

Muchas personas piensan que están más seguras que solo ocultan sus malos recuerdos de los momentos dolorosos de la infancia debajo de la alfombra, olvidándose de ellos y avanzando, pero la investigación del apego nos dice que ese no es el camino a seguir. De hecho, los hallazgos de la doctora Mary Main, investigadora sobre el apego al plomo, y sus colegas han descubierto que el mayor predictor de cómo seremos como padres no es lo que realmente nos sucedió cuando éramos niños, sino más bien, cuánto le dimos sentido a y sentí el dolor completo de esas experiencias de nuestro pasado. De hecho, crear una narración coherente de nuestra infancia importa más que el estado socioeconómico, el trauma, el ambiente y la cultura de nuestra familia en la que crecimos.

El Dr. Main desarrolló la "Entrevista de apego para adultos", que ayuda a determinar la capacidad de una persona para contar una narración coherente sobre su vida temprana. Lo que descubrió es que tener la capacidad de contar una historia coherente predijo el estilo de apego que el propio hijo de una persona tendría con un 70 por ciento de precisión, incluso antes de que naciera el niño. Cuando no podemos reflejar y dar sentido a nuestra propia infancia, es más probable que experimentemos un patrón de apego inseguro con nuestros hijos. Eso es porque los traumas no resueltos y los recuerdos implícitos tienen una forma de impactarnos en un nivel emocional, desencadenándonos en momentos de estrés que nos recuerdan sentimientos o eventos en nuestro pasado.

Muchos padres piensan: "Mi infancia no fue perfecta, pero estuvo bien. Además, puedo hacerlo mejor que mis padres ". Sin embargo, al no ver lo que realmente nos perjudica, inconscientemente podemos empezar a representar patrones y dinámicas de nuestra niñez que ni siquiera sabíamos que nos habían afectado. Cuando fallamos en mirar estos eventos y su impacto en nosotros, podemos actuar de maneras que ni siquiera nos sentimos como nosotros. Por ejemplo, nuestro llanto de bebé puede provocar que nos sintamos impotentes o incluso enojados que simplemente no entendemos. Podemos experimentar una sensación de pánico que nos hace menos propensos a reaccionar de manera apropiada o sintonizar con las necesidades del bebé.

Una madre que conozco solía insistentemente tratar de alimentar a su hija con un biberón cada vez que lloraba, sin darse cuenta de que el niño en realidad estaba sacando la botella y comunicando claramente que quería que la sostuvieran. Eventualmente, la mujer recordó los sentimientos de hambre que ella misma tuvo cuando era niña cuando su madre se quedaba dormida sin alimentarla. Se dio cuenta de que la manera en que se sentía por la negligencia de su propia madre estaba siendo agitada cada vez que su hija estaba molesta. Cuando hizo esta conexión, se sintió más tranquila en el manejo de su hija y pudo estar más presente y sensible con ella, ofreciendo el afecto que su bebé había estado buscando en lugar de la comida que ella misma había anhelado cuando era niña.

Mientras más podamos recordar y resolver los traumas grandes y pequeños que nos formaron, mejor podremos reconocer cuando nos desencadenamos y tomar medidas más sanas en el momento. Podemos avanzar hacia esta meta creando una narración coherente de nuestras vidas, un proceso que explico junto con el Dr. Daniel Siegel en nuestro curso en línea, "Haciendo sentido de tu vida". Este proceso de darle sentido a nuestra historia ayuda a integrar nuestros cerebros , haciendo que las memorias implícitas sean explícitas, para que podamos elegir cómo actuar en lugar de reaccionar ciegamente a viejas emociones de las que no siempre somos conscientes. Podemos estar más presentes para nuestro hijo en lugar de ser arrojados a nuestro pasado en un nivel emocional. Podemos formar archivos adjuntos más sanos y resolver viejos traumas, grandes y pequeños.

Por más doloroso o incómodo que parezca reflejar nuestra historia, esta tarea nos ayuda a comprender de dónde venimos y a liberar emociones que nos afectan en nuestra vida actual. El dicho "estudia el pasado si quieres definir el futuro" es un buen consejo para cualquier padre. Esta búsqueda nos libera de las restricciones de nuestro pasado para convertirnos en el padre y la persona que realmente queremos ser. También libera a nuestros hijos para formar vínculos más seguros, dar sentido a sus propias experiencias y convertirse en adultos más integrales y conscientes.

Obtenga más información sobre el curso en línea, "Haciendo sentido de su vida".

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