Miedo + disgusto = Terror entomológico

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Fuente: Wikimedia Commons: Alvesgaspar

De las siete o más emociones universales, dos son aversivas. Tanto el miedo como el disgusto son comúnmente evocados por los insectos. Y aunque mucho de lo que sabemos sobre el funcionamiento del miedo proviene del estudio de los entomófobos, cada vez es menos claro que tales individuos simplemente tienen miedo.

Existe un fuerte vínculo entre la sensibilidad al asco y el miedo a las arañas. Después de un tratamiento exitoso, los pacientes no solo tienen menos miedo, sino que muestran una marcada reducción del disgusto hacia las arañas. Pero, ¿por qué estas emociones son tan difíciles de aislar en la práctica? Nadie sentiría disgusto al llegar al borde de un precipicio o tener miedo de un charco de vómito. Pero cuando se trata de una cucaracha debajo del fregadero o una araña en el sótano, estamos desconcertados. Se han propuesto cinco marcos explicativos.

Primero, el "modelo de imprecisión" se basa en que los psicólogos descubrieron que las personas a menudo no están seguras de cómo etiquetar sus emociones (particularmente cuando son moderadas), y los insectos a menudo presentan estímulos complejos que dan lugar a emociones complicadas.

Otra explicación es el "modelo de sinergia" en el cual el miedo y el disgusto se alimentan mutuamente. Por ejemplo, los investigadores han descubierto que el miedo a las arañas amplifica el disgusto. Y lo contrario también puede ocurrir. Las personas disgustadas por los insectos evitan la proximidad a estos organismos y, por lo tanto, pierden oportunidades de experiencias inofensivas que socavarían su miedo concomitante.

Tercero, es el "primer modelo de miedo" que sostiene que el disgusto se origina en el miedo. De acuerdo con esta teoría, el miedo es una respuesta al peligro o a la contaminación, y el último es asco. Esta vista proporciona una idea de una manifestación común del trastorno obsesivo-compulsivo: limpieza repetida en respuesta al miedo a la contaminación.

El siguiente modelo de génesis de aversión invierte la fórmula psicológica anterior. En el "modelo de génesis de la aversión", los temores están arraigados en el disgusto. Si un individuo siente disgusto, es probable que interprete los movimientos de parte de la criatura como amenazantes, preparando el escenario para el miedo. Y la preponderancia de la evidencia científica apoya tal mutualismo emocional.

Finalmente, el "modelo de horror" sostiene que a veces ni el "miedo" ni el "disgusto" son una descripción suficiente. Al encontrar una cucaracha, podemos percibir que no hay escapatoria física o psicológica. Si tomamos el vuelo (el miedo implica quitarnos del objeto) y salimos de la habitación, la criatura permanecerá en nuestra cocina. Y si tratamos de pisar al insecto (el disgusto implica quitar el objeto de nuestra presencia) es probable que la criatura nos eluda. Incluso si logramos aplastarlo, con la pegajosa frescura y el hedor a orina rancia, sabemos que nunca hay una sola cucaracha. El término para ese asco imbuido de miedo es horror, la sensación de ser rechazado sin poder distanciarnos en cuerpo o mente.

La mente infestada, de hecho.