Mitos y conceptos erróneos sobre la autolesión: Parte II

¡La autolesión duele! Cuando se trata de dolor, soy un cobarde. Si accidentalmente golpeo mi pulgar con un martillo, estoy listo para llamar a una ambulancia. Al igual que muchos, me costó entender cómo los que se autolesionan informan que experimentan poco o ningún dolor cuando se lastiman a sí mismos. Podría ser que haya una gran conspiración entre autolesionantes para afirmar que el acto de lastimarse a sí mismos no es doloroso en un intento de reclutar más autolesionantes. Pero parece más probable que haya procesos psicológicos y fisiológicos que ayuden a enmascarar el dolor asociado con la lesión física.

La autolesión es de naturaleza cíclica con factores que preceden al acto real de lesión física y los factores que siguen al comportamiento. La disociación es uno de los factores que entran en juego inmediatamente antes del acto de autolesión. Todos se disocian en cierto grado. En un nivel benigno, la disociación se puede describir como "zoning out" y puede resultar en conducir más allá de la rampa de la autopista en la que pretendía salir. En el extremo del espectro disociativo está el trastorno de identidad disociativo, un fenómeno psicológico en el que un individuo se desarrolla, generalmente como resultado de un trauma crónico grave, dos o más personalidades distintas. Cuando las personas se autolesionan, generalmente están en un estado disociado, lo que les permite sentir poco o ningún dolor mientras se lastiman.

Fisiológicamente, las endorfinas se liberan cuando estamos lesionados o estresados. Las endorfinas son neurotransmisores que actúan de manera similar a la morfina y reducen la cantidad de dolor que experimentamos cuando estamos heridos. Los corredores a menudo informan que experimentan una "altura de los corredores" al llegar a un período físicamente estresante. Este "alto" es la reacción fisiológica a la liberación de endorfinas: el enmascaramiento del dolor por una sustancia que imita a la morfina. Cuando las personas se autolesionan, se lleva a cabo el mismo proceso. Se liberan endorfinas que limitan o bloquean la cantidad de dolor físico que se experimenta. En ocasiones, las personas que se lastiman intencionalmente incluso dirán que sintieron una "prisa" o "euforia" del acto. Dado el papel de las endorfinas, esto tiene perfecto sentido.

Estas dos dinámicas, la disociación y la liberación de endorfinas, sirven para enmascarar el dolor físico que parece acompañar a la autolesión. Independientemente de si la lesión que sufrimos es accidental o intencional, nuestro cuerpo sabe cómo protegerse.