No hay tal cosa como un introvertido o extrovertido

Si bien Jung es famoso por decir que nadie es puro introvertido o puro extrovertido, iré más allá de esto para decir que no existe tal cosa como un introvertido (o un extrovertido). La mayoría de nosotros posee una combinación saludable de tendencias tanto introvertidas como extrovertidas, con un conjunto que predomina en general o en circunstancias particulares, como la forma en que trabajamos. Incluso para aquellos de nosotros que están más allá en el continuo, donde la introversión predomina de una manera mucho más penetrante, todavía no existe algo así como un introvertido.

Cosa implica sustantivo. Los introvertidos y los extrovertidos por igual no son sustantivos sino verbos. Los humanos siempre están en proceso de convertirse; nuestra cosificación es una ilusión.

Hay un dilema cuando se considera la personalidad en el contexto de las enseñanzas del Buda. Por un lado, podemos observar patrones predecibles de cognición, afecto y comportamiento (es decir, personalidad). Por otro lado, no existe una existencia independiente de estos patrones. Ellos están condicionados, por cierto. Parte de este condicionamiento es genético, parte se aprende y el resto se construye a partir de la memoria, las expectativas y la identificación.

Existe una dialéctica entre una comprensión hábil de los patrones personales y el deseo de trascender estos patrones porque no conducen a una existencia satisfactoria. La identificación marca la diferencia clave en estas opciones. El objetivo es observar nuestras tendencias de personalidad sin identificarnos con ellas. Es decir, podemos reconocer patrones introvertidos sin convertirlos en la base de nuestro valor, identidad o personalidad.

Hay una gran cantidad de libros introvertidos que valorizan los beneficios de ser un introvertido. ¡He escrito uno de ellos yo mismo! Sin embargo, este "orgullo de pertenencia" puede ir demasiado lejos y nos impedirá experimentar los beneficios más profundos que las enseñanzas del Buda tienen para ofrecer.

La dialéctica antes mencionada representa una danza delicada entre la existencia y la esencia, entre el proceso y el devenir. La predictibilidad de ciertos patrones puede ser útil siempre que mantenga mis manos alejadas de ellos. En otras palabras, mientras no sea "dueño" de los patrones, puedo ser informado por ellos sin estar limitado por ellos.

Soy un introvertido. Prefiero pasar el tiempo en la soledad, ser agotado por ciertos tipos de compromisos sociales, y tener una tendencia a procesar internamente más de lo que hablo. Tampoco soy un introvertido. No soy nadie. Soy una colección de energías que se transforman momento a momento y la única forma de ser introvertido es abstraerme de este flujo a través de los conceptos, el lenguaje y la memoria. Cuando abstrae, me alejo de la experiencia vivida del ahora y entro en el mundo de la imaginación.

La imaginación está bien siempre y cuando sepa que es en donde estoy. Sin embargo, tendemos a confundir la imaginación con la realidad.

Conocer los patrones que componen nuestra personalidad puede ser un atajo útil para trabajar a través del efecto de cualquier momento dado. El patrón puede convertirse en una señal confiable para soltar una identificación que está generando incomodidad, insatisfacción o angustia. Más allá de esta función de localización, no hay mucho valor en el patrón.

Esta es una declaración radical que contrasta con la valorización de la personalidad introvertida. Creo que es importante que los introvertidos reconozcan sus fortalezas y se involucren en un buen cuidado personal. Sin embargo, todos los seres -introvertidos y extrovertidos por igual- tendrán que ir más allá de la etiqueta del yo, la personalidad y la historia si desean saborear el despertar. En definitiva, debemos renunciar a la personalidad.