No se centre en las consecuencias de la adicción

A lo largo de mi carrera como terapeuta, he escuchado a personas describir los efectos de sus adicciones (beber, comer, apostar) con profundo arrepentimiento, vergüenza e ira. Cualquiera puede entender su dolor. Y los efectos sí importan: colorean cómo nos relacionamos con las personas en nuestras vidas y cómo medimos el riesgo de comportamientos futuros. Pero concentrarse en las consecuencias no ayuda a detener la adicción. De hecho, es una pérdida de tiempo valioso que podría gastarse mirando sus causas.

Mirar las consecuencias también induce a la culpa. Es comprensible que aquellos que han sido heridos por actos adictivos se enfrenten a quienes los han lastimado. Pero ningún buen terapeuta cometería este error. En los últimos 40 años, nunca me he encontrado con un adicto que no fuera tristemente consciente del daño que estaba causando. Las personas que sufren adicciones no son ni malvadas ni estúpidas, y aumentar su culpa es simplemente inútil. Si la culpabilidad pudiera resolver la adicción, no habría adictos.

Es mucho mejor enfocarse en el hecho de que las acciones adictivas no son aleatorias. Se precipitan por factores emocionalmente significativos: soledad después de ser abandonado por un novio o novia, vergüenza e ira después de haber sido tratado de manera irrespetuosa, vergüenza después de una pérdida humillante, o una sensación repetida de ser ignorado, con la sensación impotente de no tener control sobre su propia vida. Estos precipitantes emocionales son lo que la gente necesita reconocer, explorar y comprender para que puedan predecir cuándo surgirán, siempre seguidos de impulsos adictivos. Si las personas pueden predecir cuándo ocurrirá su unidad adictiva, estarán mucho más cerca de poder controlarla. (Describí este proceso en detalle en mi libro, Breaking Addiction ).

Hay otros dos problemas al enfocarse en las consecuencias más que en las causas. Dado que los diferentes actos adictivos tienen diferentes consecuencias, nos han engañado al pensar que son fenómenos diferentes. Por supuesto, esto no es así, como sabemos por el hecho de que las personas cambian regularmente su adicción de un comportamiento a otro. Una variante de este concepto erróneo es que la peligrosidad de las consecuencias es importante para la causa de una adicción. He escuchado a la gente decir que el alcoholismo no puede ser básicamente lo mismo que la limpieza compulsiva de la casa, porque el alcoholismo puede matarte y la limpieza de la casa no. Pero ese es el resultado, no la causa, y de hecho ese mismo cambio sí ocurre (escribí sobre uno de esos casos).

Cuanto más cerca estemos de las razones emocionales del síntoma psicológico que llamamos adicción, más nos acercaremos a dominarlo. Y al hacerlo, ahorramos el tiempo que habríamos desperdiciado centrándonos en sus consecuencias.