Piezas favoritas

Una de las cosas que sucede cuando aparezco para hablar sobre mi libro Anatomies: A Cultural History of the Human Body es que alguien en la audiencia generalmente busca animar la sesión de preguntas y respuestas exigiendo saber: "¿Cuál es tu órgano favorito?"

No tengo una respuesta fácil a esto, y es difícil saber qué decir por varias razones. El que pregunta quizás esté esperando que agregue un escalofrío de insinuación sexual al proceso. Sin embargo, si digo "el pene", puedo obtener el conocimiento con la cabeza de cualquier freudiano presente, pero una vaga "E" de desaprobación del resto de la sala. Si digo la vagina, no importa el clítoris, los sorprenderé. Podría decir "el corazón" y esperar volver con un caluroso "Aah" empático. Podría decir "el cerebro" y la gente lo entendería, porque tal respuesta es solo lo que uno esperaría de un escritor de ciencia, consciente de sí mismo. en un podio, mostrando su último trabajo. Si digo la mayoría de los otros órganos internos, entonces me veo obligado a dar explicaciones, porque rara vez surgen en una conversación normal, y tener alguna opinión sobre ellos parece presuponer un conocimiento médico especializado. A veces desvío la pregunta respondiendo "el estómago", lo cual es un poco inesperado, pero todos concuerdan en una parte del cuerpo que es probable que valoremos, especialmente cuando los dolores de hambre se presentan al final de una hora de lectura.

La pregunta me molesta por otro motivo, que es que demuestra claramente la forma en que la ciencia moderna nos ha animado a pensar sobre el cuerpo, como una especie de conjunto de piezas, un conjunto en el que parece tener sentido clasificar las partes en algún orden imaginario de importancia, aunque se requiere que todas las partes (o casi todas) estén presentes para crear un organismo funcional. No es solo la vocación de favoritos, también se ve en el orden jerárquico de los especialistas médicos. El neurólogo ocupa un lugar más alto que el cardiólogo que ocupa un lugar más alto que el gastroenterólogo.

Quizás sea útil saber que esta jerarquía de partes del cuerpo es un fenómeno cultural. Es solo en la era de la ciencia moderna que hemos llegado a considerar el cerebro como el órgano más importante. Antes de eso, en la época medieval, era el corazón, que era el asiento no solo del amor, como sabemos, sino también de la razón. Y antes de eso, en algunas culturas, era el hígado el que se consideraba central. Las partes pueden tener ubicaciones fijas dentro de nuestros cuerpos, pero tienen posiciones cambiantes en nuestros afectos.