¿Podemos prevenir la violencia sexual en adolescentes?

La prevención es posible para proteger a los adolescentes del asalto sexual entre pares.

En septiembre de 2018, la audiencia de alto perfil para abordar las acusaciones de agresión sexual contra Bret Kavanaugh provocó discusiones en varias áreas, incluida la violencia sexual entre adolescentes. El Sr. Kavanaugh, un entonces candidato a la Corte Suprema de los Estados Unidos, fue acusado por la Dra. Christine Blasey Ford de agredirla sexualmente mientras ambos estaban en la escuela secundaria en la década de 1980. Varios graduados de la misma escuela secundaria expresaron su apoyo al Dr. Blasey Ford declarando en una carta que su experiencia “es muy consistente con las historias que escuchamos y vivimos mientras asistíamos a la escuela secundaria de Holton”. Esta historia también refleja las experiencias de otros niños y niñas en los EE. UU. Se estima que para los 18 años, aproximadamente el 18% de las niñas y el 3% de los niños han sufrido abuso sexual o abuso por parte de otro adolescente. Sin embargo, estimar la verdadera prevalencia de la violencia sexual entre pares es difícil, ya que los adolescentes a menudo se muestran reacios a revelar este tipo de abuso y pueden hacerlo solo varios años después.

La investigación muestra que la delincuencia sexual adolescente es a menudo transitoria. La gran mayoría de los jóvenes condenados por delitos sexuales no vuelven a ofender sexualmente; de hecho, el 97% de los jóvenes condenados por delitos sexuales no son condenados por nuevos delitos sexuales. Estas bajas tasas de reincidencia para los delitos sexuales sugieren que muchos de estos eventos fueron influenciados por factores situacionales en lugar de rasgos depredadores profundamente arraigados. Los factores de situación pueden incluir el deterioro del juicio por el alcohol y otras drogas. Además, es posible que los adolescentes que ofenden sexualmente no comprendan claramente los signos de consentimiento o interés mutuo. También pueden ser ignorantes o minimizar las posibles consecuencias de sus acciones para ellos y para las víctimas.

Las consecuencias a largo plazo de la violencia sexual entre pares pueden ser graves tanto para la víctima como para el agresor. Los adolescentes condenados por delitos sexuales pueden ser encarcelados y registrados como delincuentes sexuales, lo que afecta a varios aspectos de sus vidas, incluida su capacidad para ir a la escuela y tener un empleo muchos años después de la ofensa. Las víctimas de agresión sexual pueden experimentar ansiedad, depresión y trastorno de estrés postraumático (TEPT). Estas consecuencias psicológicas también pueden afectar otros aspectos importantes de la vida de los adolescentes, como el rendimiento escolar, los deportes y el tiempo libre con amigos. También hay cada vez más pruebas de que las experiencias infantiles de trauma y abuso tienen consecuencias duraderas en la salud mental, física e incluso financiera en la edad adulta.

Si bien el tratamiento y el apoyo son imprescindibles para las víctimas de la violencia sexual, los programas de prevención son cruciales para evitar que este tipo de violencia ocurra en primer lugar. Están surgiendo varios programas orientados a la violencia entre pares y la violencia dirigida contra la agresión sexual entre pares que son prometedores. Entre ellos se incluyen Límites de cambio, Fechas seguras, Punto verde y Entrenamiento de niños para hombres. Estos programas educativos han demostrado ser prometedores para frenar la incidencia de la violencia sexual entre pares al abordar múltiples estrategias para apoyar la toma de decisiones saludable de los adolescentes. Entre las estrategias utilizadas por los educadores se encuentran las características de las interacciones sexuales positivas y consensuales, las habilidades de rechazo, la intervención de los espectadores y la promoción de normas sociales contra la violencia sexual. Prestar atención al entorno construido para eliminar los “puntos calientes” en los que el mal comportamiento está de manifiesto es también una estrategia de prevención creciente. La violencia sexual en adolescentes es un grave problema de salud pública que puede prevenirse. Como cada adolescente merece un desarrollo sexual saludable, se deben hacer esfuerzos educativos para asegurar que las adolescentes tengan interacciones sexuales y románticas saludables, seguras y positivas.

Luciana C. Assini-Meytin, PhD, es investigadora asociada en el Centro Moore para la Prevención del Abuso Sexual Infantil en la Escuela de Salud Pública Johns Hopkins Bloomberg