¿Por qué amamos perseguir?

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Fuente: Por star5112 (JOH_0364) [CC BY-SA 2.0 (http://creativecommons.org/licenses/by-sa/2.0)], a través de Wikimedia Commons

Supongamos que estás en una máquina expendedora y pones un dólar. Pero en lugar de un dulce, como era de esperar, recibes dos. Usted piensa: "Esto es mejor de lo que esperaba". Como resultado, su respuesta a la dopamina aumenta. Por otro lado, si pone un dólar en la máquina y recibe un caramelo, como se esperaba, no hay cambios en la dopamina. La idea básica en este ejemplo es que las neuronas liberan dopamina en proporción a la diferencia entre las recompensas anticipadas y realizadas de un evento en particular.

Nuestro sistema de recompensa (dopamina) tiene menos que ver con la recompensa que con su anticipación (Schultz, 2006). Las recompensas impredecibles producen un placer mucho más grande que las anticipadas. Su reacción a situaciones que son mejores o peores de lo esperado generalmente es más fuerte para aquellos que puede predecir. Las recompensas impredecibles causan más liberación de dopamina que las predecibles y más dopamina significa más placer (Sapolsky, 2017).

El objetivo del aumento de la dopamina es hacer que el cerebro preste atención a los estímulos nuevos y potencialmente importantes. Cuando el estímulo deja de ser novedoso, nos acostumbramos a él (conocido como habituación).

La habituación es similar a la tolerancia a un medicamento. Los bienes y servicios materiales adicionales inicialmente proporcionan placer adicional, pero generalmente es temporal. El placer extra desaparece. La satisfacción depende del cambio y desaparece con el consumo continuo. Por ejemplo, cuando una persona se muda de un departamento pequeño a uno grande, ella estará contenta, pero con el paso del tiempo, su satisfacción disminuye.

Esto nos ayuda a entender a aquellos que se sienten atraídos por parejas románticas impredecibles. Podrían ser adictos al placer oculto del amor inestable. De hecho, el juego está diseñado para producir recompensas sorprendentes. El jugador está comprando la posibilidad de una sorpresa positiva.

La evidencia muestra que en el mercado financiero, cuando la Reserva Federal inesperadamente baja las tasas de interés, el mercado reacciona más agudamente que en aquellas ocasiones en que los inversionistas esperan la acción (Coates, 2012).

Esto también explica por qué la anticipación del consumo de drogas puede ser más agradable que el uso real. Los estudios en animales encuentran que la dopamina se libera durante las presentaciones de señales predictivas del consumo de drogas, alimentos y alcohol (Goldstein 2001). Esta liberación anticipada de dopamina no se ve sin un historial de consumo de drogas. Cuando esas señales están presentes en un momento posterior, provocan la anticipación de una experiencia de drogas y anhelo de drogas.

La liberación anticipada de dopamina en realidad puede ser algo asociado con la vulnerabilidad a la recaída. En otras palabras, una señal en el entorno podría (una tienda de helados), particularmente si uno tiene un estado de ánimo negativo, producir un anhelo que podría llevar a una recaída.

En resumen, la dopamina se trata más de la búsqueda de la felicidad y la clave de la motivación humana. Cuando se logra nuestro objetivo, sentimos satisfacción, satisfacción y placer. El mundo vuelve a estar apagado hasta que encontremos otro tema con el que emocionarnos. Nada es tan bueno como la primera vez. Como humanos, nos acostumbramos a las cosas. Esta es la calidad trágica de la habituación.

El truco es mantener la habituación bajo control para que pueda seguir saboreando el placer de las actividades que realmente disfruta. Ganar felicidad es aprender a desear cosas que ya tenemos. Buda dijo una vez que el secreto de la felicidad es aprender a querer lo que tienes y no querer lo que no tienes. Los filósofos estoicos defendían la visualización negativa (Irvine, 2009). Nos recomendaron que pasemos tiempo imaginando que hemos perdido las cosas que valoramos (por ejemplo, perdimos nuestra casa). Hacerlo nos hará valorar lo que ya tenemos. Cuando le decimos adiós a su ser querido, silenciosamente deberíamos recordar que esta podría ser nuestra despedida final. En otras palabras, debemos vivir cada día como si fuera el último y extraer todo el placer que podamos de él.