Por qué preferiríamos hablar de lo que escuchamos

Hace años yo estaba de excursión con dos amigos íntimos y cuando finalmente regresamos a nuestros autos, les dije a mis amigos: "¿Notaron que la primera mitad de nuestra caminata duró mucho más que nuestro regreso al estacionamiento?". Uno de mis amigos con un irónico sentido del humor me miraron y sonrieron, "¡Eso es porque no dejaste de hablar en el camino de regreso!"

Imagine que su mente es un módem que está lleno hasta su capacidad y no puede transmitir datos desde afuera adentro o afuera.

Lo que harías con ese módem es: 1. Ciérralo; 2. desconéctalo de tu computadora, servicio de internet y acordes de potencia; 3. espere diez segundos para que la memoria lo deje; 4. vuelva a conectarlo a su computadora, servicio de internet y toma de corriente; 5. vuelva a encenderlo.

Una de las razones por las que preferimos hablar en vez de escuchar es que si nuestras mentes se llenan al máximo y escuchamos, corremos el riesgo de sobrecargar los circuitos de nuestro cerebro, olvidando cosas que estamos tratando de recordar y peor, sintiéndonos presionados no solo escucha pero asume la responsabilidad de tratar o arreglar lo que sea que alguien nos esté diciendo. Lo peor de todo es que si no tratamos o arreglamos lo que sea que alguien nos esté diciendo, corremos el riesgo de que se pongan histéricos, se pongan malhumorados, se pongan hoscos … y eso realmente amenaza con meterse con nuestros circuitos.

En esencia, escuchar es una función sensorial y cuando el cerebro y el circuito de nuestra mente están en una sobrecarga sensorial, no tenemos espacio para que entre nada.

Por otro lado, hablar es una función motriz y cuando pasamos los primeros 20 segundos de compartir información, pasamos a usarla como una forma de aliviar el estrés sacando cosas de nuestro pecho, lo que libera espacio en los circuitos de nuestro cerebro y en nuestras mentes. El problema, por supuesto, es que al repasar esos primeros 20 segundos, ahora hemos descargado más que nuestra parte en el cerebro y la mente de otra persona. Y si el de ellos está tan sobrecargado como el nuestro, ¿adivina qué pasa? Nadie escucha (¿suena como un Congreso cerca de ti?)

Volver a mi historia de apertura sobre la caminata con mis amigos. Estaba especialmente avergonzado por el comentario de mi amigo porque, después de todo, escribí el libro: "Just Listen". Creo que es cierto que escribimos lo que necesitamos aprender.