Prevención y reforma de salud

Si bien el valor de la prevención se ha ganado un lugar en el debate en curso sobre la reforma de salud, el método de "puntuación" del ahorro potencial ha impulsado una discusión más amplia sobre los avances en la identificación de intervenciones rentables que reducen la incidencia de la enfermedad y producir vidas más saludables.

Esto es particularmente cierto con las condiciones de salud mental entre los jóvenes. Si bien varias propuestas de reforma se centran en la prevención y el control de enfermedades crónicas como un principio clave, se debe prestar mayor atención a las condiciones mentales y al uso de sustancias. Sabemos que muchas condiciones de comportamiento tienen un alto costo en términos de servicios de tratamiento y pérdida de productividad, estimada en $ 247 mil millones anuales. Las afecciones mentales y de uso de sustancias son las enfermedades más crónicas con una edad temprana de inicio y un curso incapacitante si no se tratan. También son las afecciones concurrentes más probables con otras enfermedades crónicas. Además, interfieren con el logro educativo y la cohesión familiar.

Como demuestra un importante informe emitido este año por el Instituto de Medicina y el Consejo Nacional de Investigación, existen enfoques basados ​​en evidencia que evitan la ocurrencia de estas condiciones y eliminan los obstáculos que impiden el crecimiento y el potencial de los jóvenes. El informe (se puede acceder a un resumen aquí) documenta intervenciones efectivas que podrían reducir las conductas problemáticas, aumentar los logros académicos y reducir la tasa a la que los individuos desarrollan trastornos diagnosticables.

Significativamente, el informe dice que la prevención es una de las inversiones más sólidas que una sociedad puede hacer produciendo beneficios monetarios y sociales, incluida una mayor productividad, menores costos de tratamiento, menos mortalidad prematura, familias más fuertes y jóvenes más exitosos.

Los programas de intervención e identificación temprana están abriendo nuevos caminos y gradualmente están ganando más atención. Pero tenemos que hacer más para poner estos avances en el centro del debate. Como el informe declara enfáticamente, debemos hacer que la prevención de los trastornos mentales, emocionales y del comportamiento y la promoción de la salud mental entre los jóvenes sea una prioridad nacional. El Congreso comienza a tomar nota. El año pasado, una resolución bipartidista también llamó la atención sobre la necesidad de poner la prevención en la parte superior de la agenda de salud pública.

Al igual que en otras áreas de la medicina, nuestro desafío es garantizar que todos los niños, familias y comunidades tengan acceso a estas prácticas basadas en evidencia para que los jóvenes puedan alcanzar su máximo potencial. Desafortunadamente, nos falta una iniciativa nacional para avanzar en el uso de enfoques de prevención y promoción para beneficiar la salud mental de los jóvenes de la nación. No existe un programa nacional, como la iniciativa de aptitud física de los años 60, para garantizar que cada niño maximice su capacidad.

Independientemente del lugar que ocupe la prevención en una revisión de la salud, habrá oportunidades adicionales para realizar la promesa de la ciencia. También tenemos que tomar medidas para expandir las evaluaciones para jóvenes, familias y personas mayores.