Principios

Ya sea "marcas, ajuste, avance", "hubo una vez" o "puede comenzar", los comienzos del cambio nunca son fáciles. La Teoría Transtheoretical de James O. Prochaska postula que el cambio se divide en seis etapas. Durante la etapa de precomprensión, un individuo no está considerando el cambio y no cree que el cambio sea necesario. En la etapa de contemplación, el individuo examina los costos y beneficios del cambio y en la etapa de preparación elaborará un plan de acción. Durante la etapa de acción, se realiza un cambio de comportamiento mensurable. Finalmente, la etapa de mantenimiento es una continuación del comportamiento de cambio, y la etapa de recaída es un retorno temporal al estado original. El verdadero comienzo, creo, ocurre cuando se toman medidas.

Tal fue el caso este fin de semana cuando comencé un cambio de imagen de InsideOut con un cliente. Ella había hecho todo el trabajo preliminar; libros de autoayuda para el examen interno, carteles inspiradores de motivación y diarios para monitorear pensamientos y sentimientos. Ella incluso se preparó para mi visita; archivos para almacenar folletos, cuadernos para registrar el proceso y calendarios para establecer objetivos. Cuando llegó el momento del trabajo, mi cliente no pudo comenzar. El comienzo abriría la presa del dolor, la frustración, el dolor, la desesperanza, la ira y lo desconocido del futuro.

Entonces, ¿cómo comenzar? En la terapia con los clientes o con la familia, los amigos y uno mismo, una de las formas menos dolorosas para iniciar el cambio es a través del vestuario. La industria de la moda se maximiza con este concepto cada temporada. ¿No nos hemos enamorado todos de la línea del "año nuevo, tú nuevo"? Considero que cambiar lo que vestimos es un método seguro y efectivo para comenzar un proceso de cambio más profundo.

Mi cliente estaba atrapada entre la vida que tenía y la vida que quería, y su ropa reflejaba este estado. Ella o tenía piezas usadas para su vida actual que encontró ropa insatisfactoria y sin usar (con las etiquetas todavía unidas) para la vida que quería. Aquí fue el punto de partida. Cuando le pregunté cuándo, dónde, por qué y con quién usaría las piezas sin usar, mi cliente creó una imagen de su vida ideal. A partir de este ejercicio, implementó un plan claro de la siguiente manera: el vestido de melocotón se usaría en el mercado abierto el sábado, el bolso de gamuza naranja quemado se usaría como equipaje de mano para su viaje de Acción de Gracias y se usaría la concha de rosas polvorienta con pantalones vaqueros y tacones en la galería que se abre a mediados de mes. La vida que mi cliente siempre había querido había comenzado … todo lo que tenía que hacer era abrir su armario.