¿Qué es la economía del comportamiento?

El campo de la economía del comportamiento combina conocimientos de psicología y economía, y proporciona algunas ideas valiosas de que las personas no se están comportando en su propio beneficio. La economía del comportamiento proporciona un marco para comprender cuándo y cómo las personas cometen errores. Los errores sistemáticos o los sesgos se repiten de forma predecible en circunstancias particulares. Las lecciones de la economía del comportamiento se pueden usar para crear entornos que empujen a las personas hacia decisiones más sabias y vidas más saludables.

La economía del comportamiento surgió en el contexto del enfoque económico tradicional conocido como modelo de elección racional. Se supone que la persona racional pesa correctamente los costos y beneficios y calcula las mejores opciones para sí mismo. Se espera que la persona racional conozca sus preferencias (presentes y futuras), y nunca cambie de idea entre dos deseos contradictorios. Tiene un autocontrol perfecto y puede contener los impulsos que pueden impedirle alcanzar sus objetivos a largo plazo. La economía tradicional usa estos supuestos para predecir el comportamiento humano real. El consejo de política estándar que se deriva de esta forma de pensar es brindarle a la gente la mayor cantidad de opciones posible y dejar que elija la que más le guste (con la mínima acción del gobierno). Porque conocen sus preferencias mejor que los funcionarios del gobierno. Las personas están en la mejor posición para saber qué es lo mejor para ellos.

En contraste, la economía del comportamiento muestra que los seres humanos reales no actúan de esa manera. Las personas tienen habilidades cognitivas limitadas y una gran cantidad de problemas para ejercer el autocontrol. Las personas a menudo toman decisiones que tienen una relación mixta con sus propias preferencias (felicidad). Tienden a elegir la opción que tiene el mayor atractivo inmediato a costa de la felicidad a largo plazo, como tomar drogas y comer en exceso. Están profundamente influenciados por el contexto y, a menudo, tienen poca idea de lo que les gustaría el próximo año o incluso mañana. Como dijo Daniel Kahneman (2011, p5), "parece que la economía tradicional y la economía del comportamiento están describiendo dos especies diferentes". La última muestra que somos seres humanos excepcionalmente inconsistentes y falibles. Elegimos un objetivo y luego actuamos con frecuencia contra él, porque el problema de autocontrol no nos permite implementar nuestros objetivos.

La economía del comportamiento rastrea estos errores de decisión en el diseño de la mente humana. Los neurocientíficos argumentan que la mente consiste en muchas partes diferentes (procesos mentales), cada uno operando por su propia lógica (Kurzban, 2011). Brocas y Carrillo (2013) observan que el cerebro está mejor representado por una organización de sistemas que interactúan entre sí. Una idea clave es que el cerebro es una democracia (Tononi, 2012). Es decir, no hay un tomador de decisiones dominante. Aunque el objetivo conductual de un individuo puede afirmarse como maximizar la felicidad, alcanzar ese objetivo requiere contribuciones de varias regiones cerebrales.

La economía del comportamiento intenta integrar la comprensión de los psicólogos del comportamiento humano en el análisis económico. En este sentido, la economía del comportamiento es paralela a la psicología cognitiva, que intenta guiar a los individuos hacia comportamientos más saludables mediante la corrección de las barreras cognitivas y emocionales en la búsqueda del genuino interés propio (Lowenstein y Haisley, 2008).

Finalmente, la economía del comportamiento sugiere formas en que los responsables de las políticas pueden reestructurar los entornos para facilitar mejores elecciones (Sunstein, 2014). El enfoque en los errores sugiere formas en que los responsables de las políticas pueden reestructurar los entornos para facilitar (empujar) mejores opciones. Por ejemplo, simplemente reorganizar los artículos que se ofrecen actualmente en la escuela alienta a los niños a comprar más artículos nutritivos (por ejemplo, colocando la fruta a la altura de los ojos, tomando decisiones menos convenientes moviendo la máquina de refrescos a áreas más distantes, o exigiendo que los estudiantes paguen en efectivo por los postres y refrescos).

En resumen, el mensaje básico de la economía del comportamiento es que los humanos están conectados para cometer errores de juicio y necesitan un empujón para tomar las decisiones que más les convengan. La comprensión de dónde las personas salen mal puede ayudar a las personas a salir bien. Este enfoque complementa y mejora el modelo de elección racional.