¿Qué hay en una etiqueta?

Hace quince años, este mes, mi padre murió. Fue muy repentino, tenía 26 años y no sabía qué me había golpeado. Tres semanas más tarde volví al trabajo y pronto, para mí y para mi jefe, me di cuenta de que no estaba haciendo frente, así que fui a ver a mi médico. Cuando aceptó cancelar mi trabajo por unas semanas, citó la 'debilidad' como la causa, para asegurarse de que la palabra 'depresión' no apareciera en mi registro. ¿Era esto lo correcto por haber hecho? Ciertamente hay un estigma asociado a los diagnósticos psiquiátricos, pero ¿significa esto que cuando uno recibe uno, solo puede ser una mala noticia?

Cuando mi diagnóstico de TOC fue confirmado en 2004, fue un gran alivio. Era como si me dieran una caja etiquetada en la que podía llenar todo tipo de cosas que siempre me había parecido angustiante y frustrante. No podía tirarlos, pero podría comenzar a encontrar una manera de mantenerlos en su lugar. Cuando Jeffrey Schwartz pone en su libro Brain Lock, podría 'volver a etiquetar' y 'volver a atribuir' mis síntomas, un proceso que uno de sus pacientes encapsuló en la frase 'No soy yo: es mi TOC'. Pelear contra un enemigo nombrado todavía te lo quita, pero no es nada tan enervante como intentar pelear contigo mismo.

Un diagnóstico de un profesional también es el medio para obtener el tipo de ayuda adecuado. Es un reconocimiento oficial de que sus problemas son reales; en un nivel práctico, le proporciona las palabras que necesita para completar los formularios que le permitirán reclamar el tratamiento y los medios para pagarlo. Recibir mi diagnóstico me permitió obtener un tratamiento más efectivo para mis problemas, y mi vida mejoró como resultado.

Así que cuando escribí mis memorias La mujer que pensó demasiado , hubiera sido fácil estructurar la narrativa como una especie de búsqueda heroica, con el diagnóstico de TOC como el punto final triunfal, pero no quería hacer eso. La etiqueta 'OCD' fue útil para mí en todas las formas que he descrito, pero no ordenó todo. No explicaba todos los problemas que tuve o todavía tengo; no explicaba todas mis fallas ni excusaba cada instancia de mal comportamiento, tanto como me hubiera gustado; incluso las cosas que explicaron no desaparecieron solo porque pude pegarles una etiqueta. Un diagnóstico puede ser útil, incluso liberador, si lo permite, pero no es un hechizo mágico.

Tampoco es una maldición. Si ese doctor en 1996 hubiera escrito 'depresión' en mi carta, no creo que en el acto de hacerlo hubiera empeorado mi vida. Y aunque los diagnósticos que he recibido desde entonces pueden haber elevado ligeramente mis primas de seguro de vida, pero aparte de eso, no creo que hayan sufrido algo peor como resultado directo de tener estas etiquetas unidas a ciertas dificultades que Tengo con la vida. Estoy bastante seguro de que los hubiera seguido teniendo si estaban etiquetados o no.

Y, en cuanto al estigma que tanto preocupó al doctor, ayuda mucho recordar que estas etiquetas que llamamos diagnósticos están apegadas a las condiciones, no a las personas.