Ritmo y productividad: más alto no siempre es mejor

¿Cuál es tu ritmo personal de trabajo diario? Tal vez sea lento y constante o increíblemente rápido. Para ti, es normal. Quizás la pregunta más importante es: ¿qué es normal para su equipo? Especialmente si usted es gerente, es fundamental reconocer que todos en su oficina no están trabajando exactamente a la misma velocidad. Sin esa conciencia, tendemos a usar nuestro propio ritmo de trabajo individual como estándar. Y eso generalmente conduce a expectativas poco realistas y compañeros de trabajo frustrados.

Una de mis clientes llamada Laura es un ejemplo perfecto de este concepto. Laura siempre parecía más feliz quemando la vela en ambos extremos. Ella era conocida por empujarse hacia metas "imposibles", cumplir con los plazos y las expectativas que le dieron una reputación de "Mujer Maravilla". Además de eso, ella lo hizo parecer sin esfuerzo.

Después de lograr un éxito impresionante en el campo de la contención de costos médicos, comenzó su propia empresa y comenzó a atraer a los mejores profesionales que querían trabajar en su equipo. Para los empleados, trabajar con Laura fue una brillante joya en sus coronas de carrera. Estaban aprendiendo de los mejores en el negocio. Pero querían impresionar a Laura, por lo que siempre trataban de mantenerse al día con su impulso aparentemente ilimitado de trabajar en horas locas y cumplir los plazos que sus competidores no podían igualar para mantener contentos a los clientes.

Con el tiempo, sin embargo, los empleados de Laura parecieron perder el control, experimentaron signos de agotamiento y angustia y, finalmente, pusieron en peligro los límites de las expectativas de rendimiento de Laura. La productividad y la moral cayeron en picado. Si bien la mayoría de la gente sabía que el ritmo implacable de Laura era el culpable, ella no podía verlo ella misma. Laura padecía el síndrome de Dust in My Wind, un punto ciego profesional en el que no podía captar la idea de que su capacidad de aceleración máxima no era la norma.

Laura me trajo como coach de liderazgo, y rápidamente pude decir que el síndrome de Dust in My Wind fue su obstáculo. A través de mi trabajo con Laura, pude ayudarla a identificar una creencia errónea. Laura creía sinceramente que trabajaba a un ritmo normal y que la mayoría de sus compañeros y colegas podían actuar a su misma capacidad si lo intentaban. En realidad, su personal estaba luchando por mantener el ritmo que ella estableció. La presión hizo que muchos de ellos se sintieran nerviosos, volátiles y mucho menos compuestos: barriles de pólvora virtuales de un estrés absoluto.

¿Debería Laura bajar sus estándares o dejar de presionar para obtener una mayor productividad? Definitivamente no. Pero tuvo que aceptar y aplicar la idea contraintuitiva de que moverse un poco más despacio para que coincida con el ritmo de su personal podría generar un mejor rendimiento, sin mencionar relaciones más fuertes y un trabajo en equipo más efectivo.

Una vez que Laura entendió esta idea, fue capaz de moderar su ritmo cuando era apropiado para optimizar los resultados de su equipo. Se comunicó con los miembros de su personal sobre su realización y les pidió sinceramente que mostraran la señal de stop virtual cuando sus expectativas estaban fuera de lugar. Al pedirle a todo su personal su ayuda colectiva para alertarla cuando necesitaba disminuir la velocidad, demostró su compromiso de reducir el estrés para todos en la oficina. ¡Imagina la sorpresa y el alivio que todos sintieron!

Si sufres del síndrome de Dust in My Wind, hay algunos pasos prácticos que puedes seguir para mejorar la vida de todos en tu equipo.

• Reduzca la velocidad de forma consciente y observe las señales de estrés entre sus colegas que indican que su ritmo de trabajo ligero y ventoso se percibe como vientos con fuerza de huracán.

• Tómese el tiempo para reconocer los dones y talentos únicos de cada individuo que participa en su equipo (y reconozca que pueden hacer mejor esas contribuciones a su propio ritmo).

• Muestra tu lado humano. Lo más probable es que sus compañeros de trabajo piensen que usted es una máquina de resultados con una mente única. Hazte más identificable al compartir algo inesperado: una historia personal o incluso detalles sobre una oportunidad perdida.

Para obtener más información sobre el síndrome de Dust in My Wind y otros puntos ciegos profesionales, los invito a leer mi nuevo libro: You – According to Them: Descubrir los puntos ciegos que afectan su reputación y su carrera. (www.amazon.com)