Tengo cinco hijos: ¿Soy madre?

¿Qué pasa si no encajo en los ideales de la sociedad de lo que significa ser madre?

Si hubiera una solicitud para completar como madre, estoy bastante seguro de que calificaría.

Tengo cinco hijos Los quería a todos. Les di a luz a todos, el primero por cesárea de emergencia; los dos siguientes naturalmente con parteras en un hospital, y los dos últimos en casa, dos y luego seis años después de mi 40 cumpleaños. Cuidé a cuatro de mis hijos hasta su tercer cumpleaños. Por ahora, los dos mayores se han graduado de la universidad, y el más joven todavía tiene ocho años y está en tercer grado.

Empaco cuatro almuerzos al día; hacer galletas, granola y pan; y he estado con mis hijos día tras día a través de puntos, luchas y enfermedades; intimidación, hematomas y cirugía cerebral; derrotas aplastantes y victorias enérgicas; las agonías de la espera y la emoción de recibir.

Sin embargo, no me considero una madre, al menos no en términos de los ideales que veo a mi alrededor. No soy lo que profesan muchas tarjetas de felicitación: desinteresado e infinitamente paciente, haciendo sacrificios y compromisos para el beneficio de sus hijos. No soy una mamá tigre, una mamá en helicóptero, una mamá en etapa o una madre mala. Y no tengo ningún deseo de participar en ninguna guerra mami sobre quién tiene derecho a elegir.

Quiero ser madre en mis propios términos, términos que funcionen para mí, mi pareja y nuestros hijos, dado quién y dónde nos encontramos.

Soy egoísta. Lo admito. Creo completamente que si honro mis anhelos más profundos, tendré mucho más para darles a mis hijos, a mi compañero y al mundo. Más sabiduría Más amor. Más de mí mismo. Pido lo que necesito.

Al mismo tiempo, sé: este “yo” que soy no es un individuo. Soy un ser relacional, habilitado para ser quien soy por mi familia. Lo que más deseo es la salud y el bienestar de mi pareja y nuestros hijos. Su bienestar permite el mío. Estamos en esto juntos.

Nunca he dejado de crear, bailar y escribir, hacer mi trabajo, no porque estuviera tratando de ser una especie de superhéroe. Para mí, la “elección” entre trabajar y ser madre no es una elección. Es como preguntar si quiero comer o respirar. Tengo que encontrar una manera de hacer ambas cosas: para mí, mi pareja y nuestros hijos.

Quiero que mis hijos reciban las oportunidades que necesitan para descubrir su camino en esta vida, y las habilidades y la disciplina que necesitan para dedicarse a ella. Creo que la mejor manera de enseñarles es demostrando cómo, todos los días.

Creo en las sinergias, no en los sacrificios. La presencia de mis hijos en esta tierra me impulsa a examinar cómo paso mi tiempo, a recordar lo valioso que es, y a reconsiderar lo que realmente importa, lo que realmente da placer. Si ciertas actividades se desvanecen, es porque me doy cuenta de que quiero algo más. La atracción lateral me ayuda a encontrar un camino mejor.

Creo en la colaboración, no en el compromiso. En lugar de conformarme con menos, apunto por más, invitando a todas las partes a que se reúnan para imaginar una opción que ninguno de los dos podría imaginar sola, en la cual cada uno gana más de lo que creía posible.

No renuncio a mi vida social, amo la vida o trabajo para mis hijos. Doy la bienvenida a mis hijos en mi vida como causas habilitantes de mi ser. En cada aspecto de mi vida, me ayudan a encontrar ritmos nuevos y enriquecedores. Busco estas sinergias y estas colaboraciones. Los busco. Esto para mí es amor

Amo a mis hijos sin medida. Cada uno abre un nuevo universo en mi corazón, como otro pliegue en el espacio multidimensional. No puedo concebir tener un favorito. Cada uno de mis hijos es un ser humano único y querido que tiene mucho que enseñarme, aunque admito que algunas lecciones son más fáciles de aprender que otras.

Todos los días, mis hijos me ayudan a ser más de lo que tengo el potencial para ser, y no porque me empujen a mis límites, me corran desgarrado o me obliguen a ser paciente. Por el contrario, todos los días, mis hijos me brindan la oportunidad de hacer lo que es más importante para mí: encontrar los movimientos para hacer que el amor sea más fuerte y más real que cualquier otra cosa.

Desprecio enojarme con mis hijos. Odio gritar, aunque a veces lo hago. Cada vez que sucede, me miro duramente, encuentro los ganchos y trabajo para liberarlos, de modo que la próxima vez pueda ser más libre para encontrar una manera diferente. Tal trabajo requiere una creatividad infinita. Requiere cultivar una conciencia sensorial de mi propio movimiento, prestar atención a los sentimientos y estar presente en el momento, habilidades que también requieren mi trabajo como bailarina y escritora. Soy mejor en lo que hago por ellos.

Mis hijos me ayudan a estar en contacto con mi libertad. Me brindan la oportunidad de elegir el amor una y otra vez, no porque se supone que soy una fuente de flujo incondicional, sino porque vivir en el amor es la vida que más quiero para mí y para la tierra.

Y si me hubieras dicho hace 25 años que tendría cinco niños felices y dispuestos a actuar en el escenario este verano junto a mi compañero y a mí en un musical que escribí para ellos, sobre ellos, en el que tocan versiones de sí mismos y Yo interpreto el papel de su madre; habría cuestionado tu cordura. Me parece que es nada menos que un milagro.

No solo estoy orgulloso de mis hijos. No tengo ningún interés en tomar “crédito” por ellos. Simplemente estoy encantado de compartir esta vida con ellos. Estoy muy agradecido de conocerlos, y estoy dispuesto a hacer todo lo que pueda para ayudarlos a obtener lo que quieren, para que puedan dar lo que tienen que dar.

Esto es lo que significa ser una madre para mí.

Así que este Día de la Madre, celebro a todas las madres, no por vivir de acuerdo con un ideal de sacrificio desinteresado y vivificante, sino por hacer el trabajo duro, momento a momento, de crear un mundo en el que el amor gane.