Todo lo que se necesita es un gen

Es otra cuestión de genética e imparcialidad, dos palabras que raramente pertenecen juntas.

La semana pasada, el Instituto Karolinska de Suecia publicó un nuevo estudio, y para la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) las noticias no son buenas.

Los genetistas inyectaron testosterona a 55 hombres y probaron la sustancia en un período de 15 días.

Vale la pena señalar que la testosterona es la hormona masculina más fundamental (también las mujeres, ya que es la testosterona la que se descompone en estrógeno, por lo que sin ella no existirían las mujeres) y el esteroide que más se consume.

El año pasado, el 43 por ciento de los atletas arrestados por abuso de sustancias para mejorar el rendimiento fueron arrestados por testosterona.

Desafortunadamente, en este estudio sueco, los científicos involucrados encontraron que el 59 por ciento de los hombres que carecían de un gen conocido en compañía educada como UGT2B17 no dieron positivo en ninguna prueba.

Jenny Schultze, una de las investigadoras involucradas, resumió muy bien la situación: "si no tienes el gen, entonces no secretas testosterona en la orina".

Y debido a que las pruebas de orina son el único tipo permitido por la mayoría de los deportes principales, estas son malas noticias para la AMA y sus amigos.

Aquí solo hay dos opciones, aunque ninguna de ellas se está discutiendo en absoluto.

El primero, como mencioné anteriormente en este blog, es tomar pantallas hormonales de referencia de todo el año para todos los que practican deportes profesionales. Esto sería invasivo como el infierno, pero permitiría a los científicos saber qué niveles hormonales "normales" eran y ser capaz de detectar si algo era raro.

Claro, los jugadores podrían estar jugándose desde el principio, pero tendrían que seguir explotando toda su carrera para vencer a este sistema.

La segunda propuesta es olvidar todas estas tonterías. Admitir que los deportes profesionales ya no son un campo de juego equitativo y una competencia justa, y que en su mayoría son exhibiciones y entretenimientos, dos categorías que ya se han beneficiado de los esteroides.

Por ejemplo, después de la última huelga de béisbol, nuestro pasatiempo nacional fue un deporte en su mayoría moribundo revivido en las espaldas con esteroides de Sammy Sosa y la legendaria persecución de jonrones de Mark McGuire.

Es dudoso que cualquiera de estas opciones sea adoptada. Ambos requerirían una mirada dura en el espejo y una falta de honradez sobre la naturaleza de nuestros juegos. Dos cosas que parecían haber desaparecido de la América moderna.