Los neurocientíficos de Stanford pueden revolucionar el manejo del dolor

La investigación puede conducir a nuevas formas de tratar el dolor crónico.

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Estar vivo es experimentar alguna forma de dolor. Lo que experimentamos es una construcción de la interpretación del cerebro de la información sensorial del tacto, el gusto, la vista, la audición y el movimiento. El dolor es un mecanismo de supervivencia que señala al cerebro. La forma en que el cerebro procesa y responde a la señal sensorial del dolor es una experiencia emocional desagradable e incómoda. En enero de 2019, los científicos Grégory Scherrer, Mark Schnitzer, Dong Wang, Benjamin Grewe, Biafra Ahanonu y Gregory Corder de la Universidad de Stanford publicaron un estudio de neurociencia en Science que identifica las células en el cerebro responsables de la “desagradable” emoción emocional del dolor. .

El dolor es un proceso de dos partes. En primer lugar, las células nerviosas desencadenadas envían un dolor al cerebro con mensajes de entrada sensorial: este es el componente físico. Luego, el cerebro procesa la información que genera el malestar emocional asociado con la sensación de dolor.

Para poner en contexto la dualidad del dolor, utilicemos el ejemplo de un atleta de resistencia, como un triatleta, un corredor de maratón o un corredor de carrera de obstáculos. En cada uno de estos esfuerzos atléticos extremos, es inevitable que el corredor experimente múltiples formas de sensaciones dolorosas durante el transcurso de la carrera. Es cómo el atleta responde a la entrada sensorial del dolor que determina el rendimiento. En otras palabras, el hecho de que diferentes partes del cuerpo estén señalando que el dolor no significa necesariamente que un competidor deba disminuir la velocidad o abandonar la carrera, depende de la gravedad y la situación. Los competidores inteligentes saben que el dolor es una señal y son capaces de “superar el dolor” y manejar la respuesta emocional a las sensaciones para alcanzar los objetivos de rendimiento.

Los investigadores de Stanford buscaron descubrir las neuronas responsables de la experiencia emocional del dolor. Usando una combinación de imágenes cerebrales y pruebas moleculares, los investigadores descubrieron un grupo de células en la amígdala que sirve como un interruptor para apagar la aversión al dolor en ratones de laboratorio. La amígdala es la región del lóbulo temporal medial del cerebro que procesa emociones como el miedo y el dolor.

El equipo de investigación creó un microscopio en miniatura (miniscopio) que registró la actividad celular de la amígdala de ratones activos a través de la medición de las fluctuaciones del calcio neuronal. Lo que descubrieron fue que las neuronas de la amígdala basolateral (BLA) serían activadas después de los estímulos de dolor de agua fría o caliente.

    Para eliminar la posibilidad de que la amígdala basolateral disparara sobre cualquier emoción, el equipo realizó una prueba similar con agua azucarada como estímulo. Las neuronas en la región basolateral no reaccionaron al estímulo no doloroso del agua azucarada.

    Los investigadores también probaron la amígdala basolateral utilizando estímulos no dolorosos pero molestos en los ratones. Nuevamente, las neuronas en esa área estaban silenciadas.

    Para comprender si la amígdala basolateral codificaba lo desagradable del dolor, los investigadores utilizaron técnicas genéticas avanzadas para activar y desactivar las neuronas de la amígdala basolateral. El equipo descubrió que al manipular las neuronas basolaterales de la amígdala, los ratones no se comportaban de una manera que sugería que estaban experimentando lo desagradable del dolor. Los investigadores escribieron que “la interrupción de la actividad neural en un conjunto nociceptivo en la amígdala basolateral es suficiente para reducir la dimensión afectiva de las experiencias de dolor, sin alterar su componente sensorial”.

    Los científicos de Stanford descubrieron neuronas que son responsables de la experiencia emocional del dolor. El dolor suele ser una experiencia temporal, pero no para quienes sufren de dolor crónico donde el sufrimiento puede persistir durante tres meses o más. Comprender la causa de la incomodidad del dolor puede llevar a formas innovadoras de resolver una epidemia creciente: la crisis de los opioides. Los opioides son una clase de medicamentos que se usan para controlar el dolor. Según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), “dos de cada tres muertes por sobredosis de drogas involucran un opioide”, y casi 400,000 estadounidenses murieron de una sobredosis de opioides durante 1999-2017.

    Como próximos pasos, los investigadores planean confirmar el papel de la amígdala basolateral en las personas. Eventualmente, el equipo espera identificar un método para controlar las neuronas de la amígdala basolateral sin afectar a otras neuronas. Cuanta más información sobre los mecanismos del dolor, mejor equipados estarán los científicos para desarrollar nuevos medicamentos futuros que no sean adictivos y no atenúen la señal del dolor en sí, sino que alivien la desagradable experiencia emocional del dolor.

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    Referencias

    Corder, Gregory, Ahanonu, Biafra, Grewe, Benjamin F., Wang, Dong, Schnitzer, Mark J., Scherrer, Grégory. “Un conjunto neuronal amígdala que codifica lo desagradable del dolor”. Ciencia . 18 de enero de 2019.

    NIH. “Dolor crónico: síntomas, diagnóstico y tratamiento”. MedlinePlus . Primavera de 2011. Obtenido el 2/1/2019 de https://medlineplus.gov/magazine/issues/spring11/articles/spring11pg5-6.html

    Centros de Control y Prevención de Enfermedades. “Sobredosis de opiáceos: comprender la epidemia”. Obtenido el 2/1/2019 de https://www.cdc.gov/drugoverdose/epidemic/index.html