Envejecimiento y la buena tierra

Cuando mi madre tenía más de setenta años, recuerdo haber ido en coche hasta su casa y admirado sus rosas. Ella tenía unos 20 arbustos, cada uno teniendo un color vivo todavía grabado en mi mente hoy. Pero ver las rosas era solo una parte de ese recuerdo, lo que más recuerdo fue verla agachada sobre una roca del tamaño de una nevera de bar. Me acerqué a ella y vi que el sudor le caía por el rostro arrugado. Le pregunté qué estaba haciendo. Sus ojos bailaron de emoción cuando ella respondió: "Muevo la roca". Ella había levantado el trozo de tierra a unos 15 pies, de un lado del jardín al otro. "Se ve mejor aquí".

Pensé en ella y en su roca cuando leí un informe reciente de Archives of Internal Medicine. Sugirió que las personas que son físicamente activas durante sus horas de ocio pueden ser biológicamente más jóvenes que aquellas que prefieren el sofá. En el activo, como mi madre, los cromosomas en los glóbulos blancos son más robustos. La inactividad, por el contrario, solo acelera el proceso de envejecimiento. Esto tiene sentido para mí. Mi mamá ahora tiene ochenta años. Si bien ya no mueve rocas, su jardín de rosas todavía está fuerte, igual que ella.