Cómo la autoconciencia conduce a la comunicación efectiva

Escuchar es una de las habilidades más importantes que debemos dominar. De hecho, escuchar contribuye de manera fundamental a nuestro bienestar y a la calidad de nuestras relaciones. Además, al aprender a escuchar profundamente, podemos convertirnos en catalizadores del cambio. Y sin embargo, escuchar es una de las habilidades más difíciles de dominar. Requiere un trabajo serio.

Conflicto como la ruptura de la comunicación

En los más de 20 años que he pasado estudiando y trabajando en diferentes tipos de conflictos en todo el mundo, he llegado a la conclusión de que en el centro del conflicto hay un colapso en la comunicación y la incapacidad de las partes de entenderse entre sí. Un conflicto es a menudo un diálogo de sordos.

No hay transformación de conflicto, ni resolución, a menos que haya un cambio en la dinámica de comunicación. A menos que haya un cambio así, las partes no pueden vincularse, replantear sus problemas y explorar posibles soluciones. La resolución de problemas comienza con la configuración de las condiciones que permiten una comunicación efectiva. Escuchar profundamente a las partes en conflicto puede crear tales condiciones.

Cuando un amigo me escuchó con una mente abierta

En nuestra propia vida, todos hemos experimentado la importancia de sentirnos escuchados. Cuando alguien nos escucha profunda y sinceramente, somos capaces de expresarnos, bajamos nuestras defensas, nos quitamos nuestras máscaras. Recuerdo ese momento en mi propia vida. Hace algunos años estaba pasando por un momento muy inquietante; mi propia versión de una crisis de la mediana edad. Tenía tantas cosas para descubrir que mis emociones y pensamientos estaban empañados por la confusión. Una tarde, di un paseo con un amigo. Resultó ser un cambio de juego. Mi amigo me escuchó con un corazón sincero y con una mente abierta, libre de suposiciones y juicios. Pude así expresar lo que estaba sucediendo dentro de mí y, mientras hablaba, comencé a ordenar mis pensamientos y emociones. Empezó a surgir cierta claridad y pude descifrar el siguiente pequeño paso que tomaría en mi vida. Así comenzó un gran viaje de empoderamiento que finalmente me trajo a la vida feliz y satisfactoria que tengo hoy. Pude evolucionar porque había encontrado a alguien listo para escucharme y continúo disfrutando mi propia evolución, estimulado por un deseo de crecimiento personal constante.

Primer paso para ser un buen oyente

El cambio comienza con una escucha profunda. Pero, ¿cómo podemos llegar a ser buenos oyentes? La buena comunicación con los demás requiere, ante todo, una buena comunicación dentro de nosotros mismos. En otras palabras, para ser buenos oyentes, primero debemos ser conscientes de los filtros que colorean nuestro propio estilo de comunicación.

Nuestras experiencias, creencias, valores, suposiciones, juicios y prejuicios previos influyen en la calidad de nuestra escucha. Cada vez que escuchamos algo, evaluamos lo que estamos escuchando y esto a su vez desencadena nuestras reacciones emocionales y nuestro juicio. Si escuchamos algo que contradice nuestros valores o nuestros intereses, tendemos a reaccionar, al ponernos a la defensiva; nuestra capacidad de ser oyentes efectivos es rehén de nuestros propios filtros. Como consecuencia, nuestra capacidad para construir relaciones significativas, incluso con las personas que amamos, nuestra capacidad de liderar efectivamente, de ser un catalizador de cambio, de hacer una contribución positiva, se ve negativamente afectada.

Tomar conciencia de las barreras para una comunicación efectiva que se encuentra en lo profundo de nosotros es, por lo tanto, un primer paso necesario para convertirse en grandes oyentes. Necesitamos tomar conciencia de cómo nuestras experiencias de vida, nuestro género, nuestra raza, nuestra condición social, nuestra educación, nuestra religión, nuestros fracasos, nuestros temores pueden afectar nuestra capacidad de escuchar profundamente a la otra parte.

Autoconciencia y escucha profunda

La autoconciencia permite una escucha libre de suposiciones y juicios que comprometen una comunicación sana. Antes de que podamos escuchar profundamente a los demás, tenemos que aprender a escuchar profundamente a nosotros mismos. Es esta autoconciencia la que nos ayuda a entender el marco de referencia del otro.

La escucha profunda es transformadora, pero la transformación comienza con el desarrollo de la autoconciencia, es decir, con la capacidad de escucharnos a nosotros mismos.