¿Estás realmente escuchando o solo esperando para hablar?

WAYHOME studio/Shutterstock
Fuente: WAYHOME studio / Shutterstock

Cuando se sienta cara a cara en una conversación con alguien, un amigo, un niño, un compañero o un compañero de trabajo, ¿con qué frecuencia piensa en otra cosa que no sean las palabras que salen de la boca de la otra persona? Probablemente no muy a menudo. Y tu no estas solo.

La investigación muestra que solo el 10 por ciento de nosotros escucha con efectividad. Estamos tan distraídos por la cacofonía de tintineos y tweets de nuestros teléfonos inteligentes, sin mencionar nuestras siempre crecientes listas de cosas por hacer, que nos cuesta concentrarnos y escuchar cuando las personas nos hablan. Y si no nos distrae la tecnología, nuestros propios pensamientos pueden evitar que escuchemos a otra persona. A menudo pensamos que estamos escuchando, pero en realidad solo estamos considerando cómo saltar para contar nuestra propia historia, ofrecer consejos o incluso emitir un juicio; en otras palabras, no estamos escuchando para comprender , sino para responder .

La escucha activa es una habilidad esencial y una de las mejores formas de conectarse con otra persona. La buena noticia es que es una habilidad que se puede mejorar con un poco de esfuerzo. También vale la pena señalar que hay una clara diferencia entre escuchar y escuchar . La audición es un acto fisiológico; escuchar involucra nuestra habilidad para descomprimir el significado de las palabras y los silencios intermedios.

El escritor y profesor holandés Henri Nouwen escribió una vez:

"Escuchar es mucho más que permitir que otro hable mientras esperamos la oportunidad de responder … La belleza de escuchar es que aquellos que son escuchados comienzan a sentirse aceptados, comienzan a tomar sus palabras más en serio y descubren su verdadero yo. Escuchar es una forma de hospitalidad espiritual mediante la cual invitas a extraños a que se hagan amigos ".

¿Por qué ser un oyente activo?

La investigación ha descubierto que la escucha activa nos ayuda a enfocarnos en comprender a los demás y también mejora nuestras relaciones al promover la confianza, reducir los conflictos y aumentar nuestra capacidad de motivar e inspirar a aquellos con quienes nos comunicamos. Escuchar las historias de las personas, junto con compartir las nuestras, puede impulsarnos a poner nuestra atención en el mundo de otra persona, que cultiva la conexión.

Hay una variedad de maneras en que podemos ser mejores oyentes. Aquí hay solo 5:

1. Practica.

El siguiente ejercicio toma solo cuatro minutos, pero lo preparará para lo que se siente al escuchar activamente para poder ponerlo en acción en sus encuentros cotidianos: encuentre un participante dispuesto. Luego enfréntate el uno al otro sin más distracciones que un reloj o un temporizador. Durante dos minutos, uno de ustedes hablará, contestará un aviso mientras que el otro escucha. Si usted es el oyente, no responda en absoluto durante los dos minutos, pero puede usar expresiones faciales o asentir con la cabeza mientras escucha. La idea es escuchar las palabras por el simple hecho de escuchar, no por el simple hecho de responder. Luego, cambie de roles por otros dos minutos. El mensaje para usar en el ejercicio: ¿Cómo estás?

2. Comience desde un lugar de mente abierta y aceptación.

Muchos de nosotros juzgamos de forma rutinaria lo que otros dicen y pensamos acerca de qué consejo ofrecer cuando los oímos hablar. Evitar estos patrones le permitirá enfocarse más en lo que la persona está diciendo, y menos en su propia interpretación. Antes de iniciar una conversación, hágase las siguientes preguntas:

  • ¿Puedo permanecer completamente presente y escuchar profundamente?
  • ¿Puedo evitar juzgar lo que la otra persona está diciendo?
  • ¿Puedo abstenerme de ofrecer consejos?
  • ¿Puedo evitar interpretar la experiencia de esta persona?

3. Sé atenta pero relaja tu mirada.

La idea detrás de la escucha activa no es forzar los ojos o concentrarse demasiado, sino estar al tanto del orador de una manera natural y enfocada. Lo mejor es bloquear las distracciones, los sonidos y las actividades que lo rodean, que de otro modo podrían llamar tu atención. Si el patrón de habla o acento de alguien comienza a llamar su atención, vuelva a centrar su atención en las palabras mismas.

4. Escuche tanto las palabras como el silencio en el medio.

La mayoría de nosotros se siente incómodo con las pausas y lo que podemos considerar silencios incómodos. Pero en esas pausas podemos reflexionar sobre el significado de lo que una persona acaba de decir. Trate de evitar que su mente deambule durante esos momentos de silencio; puede haber importancia detrás de la pausa en sí misma.

5. Haga preguntas abiertas.

Cuando le parezca apropiado participar en una respuesta, haga preguntas abiertas, como: ¿Cómo fue eso? y ¿Cómo se sintió eso? Hará un mejor diálogo y le dará la oportunidad de seguir obteniendo información.

Todos tienen algo que decir, una historia que contar y palabras de las que podemos aprender. Te animo a escuchar, realmente escuchar, a quienes te rodean, ya sea que el hablante sea alguien que conoces bien o un nuevo conocido personal o profesional. Nunca se sabe dónde pueden llevar las palabras de otra persona.