Pensando y twitteando

¿Qué se necesita para hacer ambas cosas?

Recientemente, Bill Keller intervino en algo de lo que muchos de nosotros nos preocupamos: ¿el desarrollo intelectual de nuestros niños será estimulado o retrasado por Facebook?

Como editor de The New York Times, él está en el medio de los nuevos medios. Como el Times los usa a todos, difícilmente puede estar en contra de ellos. Pero señala correctamente que todos los medios nuevos para comunicar y almacenar información tienen efectos colaterales. La invención de la imprenta significaba entonces que la gente tenía poca necesidad de memorizar textos. Más recientemente, los dispositivos de GPS han llegado a significar que no tenemos que pensar cómo llegar a donde vamos o recordar cómo llegamos allí. ¿Puede tener tantos amigos en Facebook, se preocupa, evitar que las relaciones se profundicen?

Cita a Robert Bjork en UCLA, un experto en memoria y aprendizaje, que observó que los estudiantes que usan la hoja de cálculo de Excel a menudo no recogen patrones en los datos que procesan. "A menos que haya una resolución real de problemas y toma de decisiones, ocurre muy poco aprendizaje". Lo expresa de manera sucinta: "No estamos grabando dispositivos". (Ver "La trampa de Twitter").

Ese es un punto importante. Si no luchamos para resolver problemas o tomar decisiones difíciles, ¿realmente poseemos la información a la que tenemos acceso? Si no reflexionamos sobre el conocimiento que tenemos, ¿lo tenemos realmente? ¿Podemos ser dueños de nuestros pensamientos sin involucrarnos y cuestionarlos?

El problema no es la tecnología. Facebook puede ser una forma razonable para que los amigos se mantengan en contacto. Twitter recibe noticias rápidamente. Pero todas las redes sociales pueden reforzar y amplificar muchas de nuestras inquietudes más inquietantes: el ansia de distracción, la presión para seguir a la multitud, el deseo de sentirse importante, saber algo sin haberse molestado en verificarlo. Y todos podemos permanecer fácilmente en ese lugar de impulso, reacción, certeza fácil y superficial importancia personal.

Entonces la solución no está en controlar el acceso de nuestros niños a las redes sociales. Incluso si tratamos de detenerlos, solo tendríamos éxito en hacerlos parecer más atractivos e inevitables. Tenemos que asegurarnos de que se brinden otras experiencias, actividades que impliquen un pensamiento más prolongado y sostenido: conversaciones, reflexiones de seguimiento, dudas, debates, debates, acertijos, preguntas.

Tenemos que relacionarnos con ellos sobre su experiencia del mundo, los significados que detectan, las dudas que tienen sobre lo que se les dice, los eventos que los desconciertan. Si podemos tener éxito en alejarlos de los dispositivos que captan más fácilmente su atención, podemos ofrecer la posibilidad de pensar juntos.