El arte de la conversación: ¿estás realmente escuchando?

Describe la importancia de la comunicación en tu vida. ¿Cuál es su valor? ¿Cuáles son los ingredientes centrales de una buena comunicación?

El diálogo rico es el latido del corazón de la filosofía. A veces, podemos revelar verdades y resolver problemas juntos que nunca podríamos manejar solos. Mis dos libros, Cómo la filosofía puede salvarle la vida: 10 ideas que importan más y pequeñas mentes: compartir la filosofía con los niños, contar con la conversación. En mis círculos filosóficos, encuentro que la capacidad de relacionarse entre sí ha sido sacrificada en muchas vidas por el ajetreo de las vidas ocupadas; erróneamente, muchos han sustituido un mensaje de texto o declaración twittered por una interacción significativa. Pero nunca me encuentro con ningún grupo cuyos miembros no anhelen una comunicación genuina, que no expresen un anhelo de hablar y ser escuchados. ¿Qué hacer?

Un intercambio sincero de ideas requiere una escucha hábil. ¿Qué implica escuchar? Requiere concentración completa. Estoy absorbiendo lo que dices. No estoy escuchando algunas palabras y formando mi respuesta mientras hablas. Estoy escuchando. Luego, cuando hayas terminado de hablar, considero mi respuesta. Cuando respondo a ti, respetuosamente, nuestras palabras unen nuestras vidas. Esta capacidad de escuchar se puede perfeccionar con la práctica: escuchar una pieza de música con atención indivisa, una canción de pájaro, niños jugando y pasos mientras camina. Debemos revertir nuestras distracciones en busca de la comunicación. Las recompensas son inconmensurables. ¿Quién puede olvidar la experiencia de ser realmente escuchado, de que alguien asimile sus palabras y su significado, y las tenga como propias?

Este es un ejercicio que aman a los filósofos prometedores que enseña el arte de la conversación con alegría: con un compañero, siéntese en silencio por unos minutos. Luego, una persona escribe un poema corto de tres líneas sobre CUALQUIER COSA – alrededores (lo mejor es estar afuera si es posible), sentimientos, esperanzas … cualquier cosa. Mientras la persona está pensando y escribiendo, su compañero espera, silenciosamente. Luego, se entrega el poema corto y se toma tiempo para una respuesta. El compañero espera De ida y vuelta va. Sin esfuerzo, llegan la concentración y la quietud. De ida y vuelta va. Esta "fiesta de poesía" descarta interrupciones y salta a respuestas preformadas porque es imposible hacer nada más que sentarse, pacientemente. La comunicación se acurruca en una cama de silencio.

Es hora de resucitar el arte de la conversación: en las mesas de la cena, en el lugar de trabajo, como nación. La conversación no es una conferencia unilateral, no sobre tener la razón, no sobre llegar a la última palabra. Es un intercambio mutuo. Satisface nuestro deseo de pertenecer; nos da la oportunidad de contar nuestra historia.