La Molécula Moral

Únete a mí para una caminata al mediodía. Llegué a K Street en Washington DC hace unos diez años. Media cuadra delante de mí estaba una mujer bien vestida con atuendo DC estándar: chaqueta, falda y tacones. De repente, ella cayó al suelo y lo golpeó con un ruido sordo. Ella se quedó abajo y se retorcía con evidente dolor. En segundos una multitud se reunió. Se puso debajo de la cabeza el abrigo deportivo de alguien y se examinó su hinchado tobillo. Se hizo una llamada al 9-1-1 y se ofreció una botella de agua. ¿Qué vamos a hacer con esto? ¿Tal vez una rara instancia de habitantes de DC ayudando a un extraño? ¿O está ayudando a alguien que necesita un comportamiento más típico? Si miramos a nuestro alrededor, vemos extraños ayudando a otros todo el tiempo, desde abrir las puertas a otros hasta enviar cheques para ayudar a las víctimas del desastre.

Por alguna razón, los seres humanos tienen una fuerte inclinación a ayudar a los demás, incluso a los extraños. El psicólogo de Harvard, Steven Pinker, ha llamado a esto nuestro instinto moral: a menudo y con poco pensamiento, ayudamos activamente a otros o evitamos lastimarlos. El instinto moral nos permite vivir y obtener el valor de cooperar con completos extraños. De hecho, este es el sello distintivo de la civilización, un grupo de personas en su mayoría no relacionadas que viven y trabajan juntas.

Las razones por las que los humanos tenemos un instinto moral apenas comienzan a entenderse con los avances recientes en los campos del "neuroguía", que incluyen la neuroética, la neurofilosofía y la neuroeconomía. El descubrimiento en mi laboratorio en 2004 de una sustancia química cerebral mensurable y manipulable llamada oxitocina que impulsa conductas morales ha llevado nuestra comprensión del instinto moral a varios pasos (ver "La neurobiología de la confianza", Scientific American, junio de 2008). Estos descubrimientos no solo revelaron cómo el cerebro equilibra la virtud y el vicio, sino que nos han permitido explicar una variedad de comportamientos extravagantes o aparentemente patológicos. Lo peculiar incluye por qué mimamos tanto a nuestras mascotas, por qué están viniendo los matrimonios entre los robots y los humanos, por qué un hombre disparó su cortadora de césped, y por qué los humanos han desarrollado la costumbre de tocar sus manos con las palmas de los demás. Todo esto tiene sentido cuando uno entiende la oxitocina, la molécula moral. Temas más pesados ​​(pero aún divertidos) incluyen cómo elegimos a nuestros líderes electos, por qué "virtud" es una nueva palabra de negocios, y cómo los mercados promueven e inhiben los comportamientos morales (Enron explicó). Con todo, te prometo una nueva visión entretenida del comportamiento humano con The Moral Molecule.