Los clientes hacen las preguntas más difíciles

"¿Me ayudarías con mi ropa?" "¿Podría darte un abrazo?" "¿Tienes dinero que podrías prestarme?" Estas son algunas de las preguntas que los clientes me hicieron y que me tomaron por sorpresa. Mi breve respuesta a estas preguntas fue: "No". Por supuesto, en las conversaciones que tuve con estos clientes, amplié mi "no" y abordo con más detalle los problemas, incluidos mis límites profesionales y el papel que desempeñé como terapeuta en sus vidas, y la importancia terapéutica de mantener intactos los roles de cliente y terapeuta.

Cuando hablé con clientes sobre estos temas, siempre les pregunté si entendían mi explicación y mi razonamiento detrás de mi "no".

Decir "no" y hablar de roles profesionales con clientes fue realmente la parte fácil. La parte más difícil fue pensar cuidadosamente sobre mi parte en la dinámica de la relación. Comencé a preguntarme: "¿Qué hice, en todo caso, para provocar una pregunta de mi cliente?"

La tercera ley del movimiento de Newton establece que "para cada acción, hay una reacción igual y opuesta". Aplicada a la relación terapéutica, esta ley nos alienta a detenernos y preguntarnos: "¿Hay algo que hice o dije (una acción)? que animó al cliente a preguntar o hacer lo que hizo (la reacción)? "(Para aquellos de ustedes que son aficionados a la física, ¡perdonen cualquier uso indebido de la ley de Newton!) Sería fácil para nosotros, como profesionales, poner la responsabilidad de conversaciones inquietantes y preguntas extrañas en el cliente. Podríamos enfocarnos en la falta de límites de los clientes, su sentido de derecho o en no saber lo que significa ser un "buen" cliente. Cualquiera de estas explicaciones podría tener un elemento de verdad. Sin embargo, considerar solo estos factores nos excusa de mirarnos a nosotros mismos en la relación de terapia y nuestra parte de la interacción. En resumen, estas perspectivas nos sacan de la ecuación. Como terapeutas éticos, esto es lo último que queremos hacer. Podría ser que a veces tengamos poca o ninguna parte de la "acción" que causó la "reacción" de la pregunta. Sin embargo, asumir que sin consideración no es una buena práctica ética.

Para avanzar en nuestra sensibilidad y conciencia ética en nuestras interacciones con los clientes, siempre debemos mantenernos como parte de la ecuación. A través de una investigación honesta y una autorreflexión decidida, podríamos descubrir nuestros errores éticos, ya sea por omisión o por comisión. Por ejemplo, un cliente puede pedirnos que asistamos a su actuación musical y mencionar que "otros amigos también estarán allí". Esta afirmación podría sugerir que el cliente nos considera en la categoría de "amigo" y tenemos que tomar una decisión; ¿Nos ocupamos del problema o lo dejamos pasar? Cuando suceden estos tipos de cosas, tenemos la oportunidad de reflexionar sobre nuestras prácticas, posiblemente refinar nuestras elecciones y, como resultado, dar un paso más hacia el objetivo de la excelencia ética.

Una nota de agradecimiento al Dr. Mitchell Handelsman por sus sugerencias sobre esta publicación. Mira su blog "The Ethical Professor".