Secuelas inesperadas: terapia familiar y la salud de su hijo

La mayoría de los terapeutas intuitivamente saben por experiencia clínica que el estrés emocional puede provocar enfermedades físicas en nuestros clientes. Ahora, investigaciones recientes respaldan esta interconexión entre salud emocional y física.

El "estudio ACE" (La relación de las experiencias infantiles adversas con la salud de los adultos) por Vincent J. Felitti, jefe del departamento de medicina preventiva de la Kaiser Permanente Medical Foundation en California, indica que los niños que tienen un estrés emocional severo mientras crecen será menos saludable físicamente más tarde en la vida que los adultos que no sufrieron estrés similar en la infancia. El estrés emocional en la infancia: divorcio, abuso, negligencia emocional y física, o crecer con un miembro de la familia que padece una enfermedad mental o una adicción, pone a los niños en riesgo de contraer cáncer, enfermedades cardíacas, enfisema o bronquitis crónica cuando crezcan. incluso si no se involucran en conductas poco saludables como fumar o beber.

Los científicos nos dicen que el trauma mental o emocional temprano puede crear cambios duraderos en la bioquímica del cerebro y de otras partes del cuerpo. Incluso los padres oyentes discuten acaloradamente pueden afectar el desarrollo de receptores de hormonas en el cerebro de un niño, lo que a su vez afecta la capacidad del niño para regular el estrés. Este niño puede ponerse nervioso o distraído en la escuela y más tarde puede golpear o gritar a sus propios hijos, lo que perpetúa el ciclo del trauma emocional a través de las generaciones.

Como era de esperar, algunos doctores de la Facultad de Medicina de Harvard creen que la mejor solución para el estrés en la primera infancia radica en las drogas farmacéuticas que supuestamente apuntan a mecanismos en el cerebro del niño que se sobrecargan con el estrés. Otros investigadores médicos han encontrado una solución más segura y práctica. Intervendrían cambiando el comportamiento de los padres que (a menudo involuntariamente) someten a su hijo al estrés emocional. Estos investigadores concluyen que la terapia con niños que experimentan estrés emocional en el hogar también debe incluir a los padres.

La terapia familiar, que se centra precisamente en cambiar los comportamientos de los padres que son estresantes para los niños, parecería ayudar al niño no solo a ser emocionalmente más saludable sino también a ser físicamente más saludable más adelante en la vida. En mi experiencia como terapeuta familiar, descubrí que factores inesperados pueden poner un estrés severo en un niño. Por ejemplo, los padres que comparten demasiado con sus hijos sobre sus propios problemas, ya sea que tengan un mal día de trabajo, problemas de salud, discordia matrimonial o problemas financieros, pueden poner inadvertidamente tensión emocional en sus hijos. Cuando los padres se vuelven más positivos en torno a su hijo, diciéndoles solo las cosas buenas de su día y notando las cualidades positivas del niño con más frecuencia, el estrés emocional en el niño se levanta. Si bien estos pequeños cambios en la comunicación entre padres e hijos tienen un efecto casi mágico en la mejora de los problemas conductuales o emocionales actuales de los niños, también pueden ayudar a que un niño sea físicamente más saludable en el futuro.