Alcanzando la felicidad: más consejos de Platón

Plato

En una publicación anterior, discutí algunas de las opiniones de Platón con respecto a las virtudes y la verdadera felicidad. Sin embargo, hay una razón más profunda por la cual Platón cree que debemos ser morales para ser verdaderamente felices. Ser moral, tener buen carácter, es tanto necesario como suficiente para tener un alma que esté en armonía.

En la República , Platón argumenta que el alma humana está formada por tres elementos o partes diferentes. El elemento apetitivo es la parte del alma que busca el placer a través de la comida, la bebida y el sexo. También ama el dinero, porque con dinero uno puede obtener comida, bebida y sexo. El elemento espiritual del alma busca el honor. Esta parte del alma tiene que ver con la victoria, tal vez en el campo de batalla o en el campo deportivo, y con gran reputación. El objetivo no debe ser el honor de ningún tipo, sino más bien el honor que se merece. Finalmente, el elemento racional del alma busca la verdad. Es la parte del alma con la que aprendemos, la parte de nosotros que busca el conocimiento.

Para Platón, es crucial que el elemento racional gobierne sobre el apetito y el espíritu. Su punto de vista no es que el placer o el honor son malos, sino más bien que para ser verdaderamente feliz, para tener un alma que está en armonía genuina, el elemento racional debe gobernar el alma. La virtud de esta parte del alma es la sabiduría, y la persona sabia también será valiente, autocontrolada y justa. Ella sabrá cuándo buscar placer y honor, y cuándo no hacerlo. Ella sabrá las maneras apropiadas para obtener placer y honor, y no sacrificará la bondad moral por el bien de cualquiera de estos.

¿Cómo es esto relevante para nosotros? Aunque los filósofos y otros debaten no solo la naturaleza del alma, sino si existe o no, todavía hay algo de valor aquí para nuestras vidas. (Creo que los mejores argumentos respaldan la existencia del alma, pero no los buscaré aquí.) Parece claro que Platón tiene razón. Si dejamos que nuestro apetito por la comida, la bebida y el sexo -o nuestro deseo de honor- no se controle, terminamos con problemas, tanto físicos como psicológicos. Incluso si esos problemas no son drásticos o severos, una de las lecciones clave de la República es que en nuestra búsqueda de los otros bienes de la vida, no debemos sacrificar la bondad moral. La búsqueda de la fama, la fortuna y el placer no justifica el sacrificio del propio carácter, porque cuando sacrificamos nuestro carácter, sacrificamos nuestra capacidad de ser verdaderamente y profundamente felices.

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