La religión en la vida del criminal

La religión en la buena opinión del criminal sobre sí mismo / Ella Misma

A lo largo de las décadas que evalué y aconsejé a los delincuentes, descubrí que muchos se consideran muy religiosos. Asisten a la iglesia, celebran fiestas religiosas, leen la Biblia y oran por su cuenta. Algunos se esfuerzan por convertir a otros a sus creencias y prácticas.

Estos delincuentes se adhieren a las trampas de la religión, pero no abrazan la religión como una guía para mejorar ellos mismos y sus relaciones con los demás. Recuerdo a un hombre que llevaba una cruz alrededor del cuello y lo tocaría en expiación cada vez que maldijo. Este ritual no le impidió cometer asaltos brutales. Un adolescente a quien entrevisté en un centro de detención me dijo fervientemente acerca de encontrar a Dios y me mostró un libro que había estado leyendo. Cuando le pregunté de dónde había sacado el libro, confesó que se lo había robado a un compañero detenido.

Muchos miembros del crimen organizado profesan ser religiosos. Han establecido santuarios en sus hogares. Donan generosamente a organizaciones benéficas legítimas. Nada de esto les impide aniquilar a sus adversarios.

Invocando a la religión por sus propios intereses, un criminal puede orar a Dios para que lo ayude a evadir la aprehensión por un crimen. Le suplica a Dios que lo ayude a salir de un aprieto que él mismo ha creado. Reza por un resultado favorable en la corte.

Un criminal puede ser sincero en el momento de su observancia religiosa. Él puede orar en la iglesia a las 9 a. M., Luego robar en una tienda de conveniencia un par de horas más tarde. Tal "religiosidad" no es una guía para la vida. La creencia en Dios, la oración, la participación en rituales religiosos y otras prácticas religiosas no le impiden lastimar a los demás. En cambio, fortalecen su punto de vista de que él es una buena persona. Entonces es incluso más fácil para él cometer crímenes.

La religión puede ser una fuerza positiva para ayudar a un delincuente a convertirse en una persona responsable. Pero ser "religioso" requiere más que dedicarse a prácticas o rituales específicos. La persona que reza y luego comete un crimen no es religiosa. No importa cuál sea su denominación, la mayoría de las religiones establecen enseñanzas y conceptos que requieren que un individuo haga buenas obras y viva en este mundo sin dañar a los demás (por ejemplo, los Diez Mandamientos, la "Regla de Oro"). La transformación en una persona responsable proviene de aprender a pensar de una manera radicalmente diferente, no de una conversión rápida o la adhesión al ritual solo.