Nuestra obsesión con el embarazo "completamente natural"

La siempre inteligente Annie Murphy Paul hace una crítica bastante mordaz al nuevo libro de Jennifer Margulis, The Business of Baby, en The New York Times esta semana. El libro pretende eliminar lo que está mal con la forma estadounidense de embarazo y parto: demasiadas cesáreas, demasiadas drogas, OB condescendientes, un sistema médico hambriento de dinero. No he leído el libro, pero su filosofía me suena familiar: un amor que consume todo lo que es "natural" y una romanticización de un pasado que nunca existió del todo. Como Pablo escribe:

Margulis emplea una heurística simple para evaluar las prácticas y los productos asociados con la maternidad: todo lo que usan los médicos y hospitales convencionales = malo; cualquier cosa usada por parteras o curanderos alternativos = bueno. (También aprueba todo lo que usan los escandinavos, pasa muchas páginas elogiando los resultados de salud de las mujeres en Noruega e Islandia, sin profundizar en las diferencias demográficas y económicas entre Estados Unidos y esos países). Su convicción de que lo natural debe ser bueno La lleva a romantizar no solo otros países sino también otras épocas: "En la época colonial y durante la mayor parte del siglo XIX, la mayoría de los nacimientos en Estados Unidos se realizaban en casa", escribe con aprobación. "Por lo general, las mujeres que amamantaban eran atendidas informalmente por parteras que transmitían sus habilidades de generación en generación", mientras que un nacimiento que tiene lugar hoy en un hospital implica "al menos media docena de profesionales médicos".

Escribo mucho en Homeward Bound sobre la cultura de la crianza natural (incluido el movimiento contra la vacunación) y de dónde viene, así que me interesaría leer el libro. Dadas sus calificaciones de Amazon (20 reseñas de 5 estrellas, 2 reseñas de 1 estrella) parece bastante polarizador, como era de esperar. ¿Alguien lo ha leído ya?