Satisfacción con la vida y la brecha en el bienestar

Max Fisher/Washington Post
Fuente: Max Fisher / Washington Post

"Nuestros datos muestran lo que se necesita hacer para mejorar el nivel y la distribución de la felicidad" a nivel mundial, los autores de World Happiness Report 2016 argumentan ambiciosamente en su última evaluación entre naciones y continentes. "Cada vez más, la felicidad se considera la medida adecuada del progreso social y el objetivo de la política pública".

Con los Ministerios de la Felicidad surgiendo en Venezuela, Ecuador, Bhután y los Emiratos Árabes Unidos (a veces burlándose, ya que los manifestantes en Venezuela indicaron que preferirían un Ministerio de Justicia en funcionamiento), las medidas de felicidad se utilizan cada vez más para evaluar las necesidades individuales y sociales. bienestar, en formas que parecen más integrales y sobre el terreno que evaluaciones separadas de ingresos, salud, educación, buen gobierno y contexto social. Al mismo tiempo, la desigualdad entre países ha aumentado drásticamente en los últimos 200 años; según el periódico The Guardian , la desigualdad global es ahora "peor que en cualquier otro momento desde el siglo XIX". De ahí quizás la burla: la impresión de que un Ministerio de la Felicidad podría ser más orwelliano que práctico o útil. Las últimas cifras de Oxfam muestran que el "1% más rico ahora tiene más riqueza que el resto de la población mundial combinada".

Con ese fin, es notable que el último Informe Mundial de Felicidad haya sido probado dentro y fuera de las sociedades por "desigualdades de bienestar", una nueva categoría destinada a establecer una métrica más fina para la felicidad social e individual. Se solicitó a aproximadamente 3.000 encuestados en cada uno de más de 150 países que respondieran a una pregunta pidiéndoles que evaluaran sus vidas actuales en una escala en la que 0 representa la peor vida posible y 10, la mejor posible.

Primero, esta medida fue Dinamarca, con una respuesta promedio de 7.526, seguida de Suiza, Islandia, Noruega y Finlandia. Los cinco con menor puntaje fueron Benin, Afganistán, Togo, Siria y Burundi, el último con el promedio más bajo, con una respuesta promedio de 2.905. Estados Unidos llegó en 13 ° lugar, con una respuesta promedio de 7.104.

Con un enfoque en la injusticia social y las reformas necesarias, el informe determinó, como era de esperar, que existe una amplia variación entre los países y las regiones con respecto a las desigualdades de bienestar. En contraste con los cambios en la desigualdad entre 2005 y 2015, el informe encontró que "en ocho de las 10 regiones mundiales, y en más de la mitad de los países encuestados, hubo un aumento significativo en la desigualdad de la felicidad".

Existe "evidencia preliminar", concluyeron los autores, "que los países con distribuciones de bienestar más equitativas tienen evaluaciones de vida promedio más altas". Además, el desarrollo sostenible a nivel social y ambiental "es propicio para la felicidad". Como digo, no es demasiado sorprendente, aunque el enfoque en la reforma apunta a combinar la ciencia emergente del bienestar con políticas sociales orientadas a reducir las desigualdades en la riqueza y el bienestar. La idea es apoyar e, idealmente, ayudar a implementar un "creciente interés político en todos los niveles del gobierno para permitir a las personas vivir vidas más felices de manera sostenible".

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