Cómo prepararse emocionalmente para la maternidad

El embarazo y la maternidad inminente a menudo vuelven a despertar una amplia gama de recuerdos que rodean a nuestras propias madres y a nuestra infancia. Aprendemos a ser una madre en gran parte por la forma en que nos criamos, y esta enseñanza intergeneracional abarca generaciones.

Cuando la infancia nos deja heridos de alguna manera, podemos volver a visitar estos recuerdos una vez confusos con nuevas reacciones y sorpresas mientras intentamos crear nuestro propio mapa materno.

Para muchas mujeres al borde de la maternidad, puede sentirse vulnerable pensar en las fracturas de sus propias relaciones maternas. Sin embargo, incluso una díada madre / hija relativamente tranquila no deja de tener hipo. Sin un examen y una exploración más profundos, el pasado repercute en el presente y, para bien o para mal, podemos encontrarnos a nosotros mismos como seres maternos de la misma forma en que nos criamos.

Los psicólogos y expertos en apego reconocen que las luchas emocionales a menudo se comparten a través de las líneas familiares. El residuo de nuestras experiencias familiares y el impacto de estas experiencias viven para siempre en nuestra psique. Por ejemplo, si la madre de una mujer sufrió una inquietud relacionada con el estado de ánimo, su riesgo de luchar de manera similar aumenta. Además, los estilos de crianza ásperos, negligentes y desdeñosos con frecuencia se repiten a través de las generaciones. Los hijos de padres que crecieron en estas familias a menudo informan que no imaginaron la crianza de los hijos de manera similar, sin embargo, sin ninguna otra orientación, el pasado se repite. Como dice el psicoanalista Daniel Stern, "¿qué más hay para que puedas recurrir a él?"

Estos ejemplos resaltan que debajo de la decisión de ser madre, reside nuestra propia infancia. El embarazo y la maternidad despiertan recuerdos, pensamientos, fantasías y sentimientos sobre nuestras madres y sobre cómo nos criamos. Si bien no estamos inoculados de estos recuerdos y experiencias, podemos prepararnos emocionalmente para la maternidad al hacer una pausa para reflexionar sobre algunas cuestiones delicadas sobre nuestras propias historias de la madre.

¿Qué es lo que esperabas en tu niñez que no recibiste?

Si bien no todos hemos experimentado traumas serios en la infancia, ninguno de nosotros es inmune a la pérdida. Tal vez nos mudamos cuando éramos más jóvenes, perdimos un miembro de la familia, una mascota o un amigo, o nuestros padres se divorciaron, se separaron o tuvieron una pareja menos que ideal.

Convertirse en madre puede abrir una pena no resuelta o enterrada de cualquier tipo. Dar a luz, amar y criar a otro ser humano significa que debemos renunciar a nuestra propia libertad, y la pérdida en el proceso es inevitable. Podemos aclarar nuestro camino profundizando un poco más en nuestra psique para preguntarnos, de una manera amable y compasiva, cómo estas pérdidas pueden afectarnos, y si son aptos para excavar cualquier herida enterrada del pasado.

Por ejemplo, una madre nueva me dijo una vez cómo insistió en comprarle a su hija un par de botas rosadas de vaquera. Su hija no estaba vestida de rosa y se negó a usarlos. Esta madre estaba angustiada por el rechazo de su hija a los zapatos, y al reflexionar se dio cuenta de que era porque siempre había querido un par cuando era más joven. Siendo de una gran familia, nunca había suficiente dinero para más de lo necesario, y las fiestas de cumpleaños y las fiestas a menudo se celebraban con regalos hechos a mano. Hasta ese momento, esta mujer no se había dado cuenta de lo mucho que la pérdida de su niñez impulsaba su toma de decisiones como madre.

Es importante que recordemos que nuestros hijos no han sufrido las mismas heridas y decepciones de la vida que tenemos. Cuando nos volvemos más conscientes de nuestro propio proceso, tenemos más posibilidades de ser madres desde un lugar de presencia.

¿Cómo te sientes cuando otros dependen de ti?

La maternidad te empuja, al frente y al centro con la emoción de la dependencia. En los días más nuevos de la vida, su bebé depende completamente de usted para su cuidado. Hay algunas otras experiencias de vida que evocan tal vulnerabilidad. Cuando somos tan dependientes, nos volvemos más íntimos con nuestras necesidades también. Si nuestra niñez estuvo ligada al amor incondicional, o si nos enseñó que nuestras necesidades no fueron valoradas, estos sentimientos pueden reaparecer sorprendentemente durante los nuevos meses de la maternidad.

Durante este torbellino de tiempo, las mujeres pueden sentirse culpables de cuidarse a sí mismas. Pueden creer que debido a que las necesidades del bebé son tan pertinentes, sus necesidades deben quedar en el camino. Y si bien puede haber algo de verdad en esta afirmación, los nuevos días de la paternidad, que están cargados de privación del sueño y una multitud de ajustes, es un momento en que el autocuidado es esencial para el bienestar emocional.

Cuando otros dependen de nosotros, nuestras necesidades también pasan a primer plano. Preguntarse cómo es pedir y recibir ayuda es una forma de explorar esta dinámica emocional que juega un papel importante en la paternidad.